Sounds of Freedom: el improbable éxito que sacude a Hollywood y germina controversias

Una toma en HD muestra el ojo izquierdo del actor Jim Caviezel mientras desprende una lágrima impecable, cuando su personaje en Sounds of Freedom, el agente Tim Ballard, mira un video de abuso infantil, que debe describir en un texto como parte de su investigación.

La controversial película desata sensaciones frías que recorren la columna vertebral, y pone los reflectores en un tema complejo que paradójicamente es muy poco abordado en la meca del cine: el tráfico de niños.

Tras las puertas cerradas del vecino 

Pensar que el tráfico de niños es un tema muy serio, complejo y común en países de América como Colombia, e incluso en Estados Unidos, autodenominada “tierra de la libertad”, podría resultar un poco exagerado y por alguna razón escandaloso, pero en ‘Sounds of Freedom’ aseguran que la situación es peor de lo que parece.

La película se basa en la historia de Timothy Ballard, un exagente del Departamento de Seguridad Nacional de EEUU que fundó una organización contra el tráfico de personas, llamada Operation Underground Railroad (OUR).

Todo empieza en una casa de una zona popular en Honduras, con la visita de una modelo que promete al padre de dos niños la oportunidad de salir de la pobreza, a través de una supuesta agencia de modelaje que representa a pequeños con potencial.

Lo que comenzó con risas y poses, termina en una camioneta repleta de chicos que son traficados a Colombia, para venderlos continuamente al mejor postor, frente a la inoperancia de los sistemas aparentemente ciegos y plagados de burocracia.

En principio, Ballard solo caza pedófilos que utilizan la dark web para actos insospechados, pero cansado de esto decide ir directamente a Colombia a desmantelar redes de trata, aprovechando una nueva ley estadounidense que permite perseguir a sus ciudadanos que cometen delitos en el exterior. 

Inclusive el caso que muestra la cinta en las islas del Rosario, en el que detienen incluso a una ex reina de belleza de Cartagena, tiene mucho de real, y lo reseñó una tímida prensa de 2014.

Camino cuesta arriba e intereses oscuros

“Yo tengo muchos amigos, pero también muchos enemigos, y si haces la película, te los vas a ganar a todos” le dijo el agente Ballard a Eduardo Verástegui después de que el productor mexicano se mostrara decidido a hacer un filme sobre el rescate de niños, tras escuchar detenidamente los datos más cruentos y terribles de una historia demasiado cruda.

Cuenta el también actor latinoamericano que calculó que el proyecto llevaría unos tres años en concretarse, pero terminó en las salas de cine después de ocho años. La 20st Century Fox había comprado el producto, pero con la venta de la empresa a Disney, la película quedó archivada.

“La película ya estaba terminada hace tres años, toqué puertas a Disney, Netflix, Amazon, Lionsgate y nadie me hizo caso (…) le enseño la película a los nuevos directivos de Disney, mis amigos de Fox estaban fuera, y el grupo fue honesto y me dijo: ‘esta película no es para Disney’. Teníamos un contrato de proyectos que ya no se iban a llevar a cabo, después de un año de estar negociando, pude recuperar los derechos. Me llevé la mejor película de mi vida, pero para ellos era una más”, dijo Verástegui en una entrevista.

La productora Angel, una empresa muy chica ubicada en Utah, muy lejos de los gigantes asentados en Los Ángeles, compró el producto, y según sus representantes, recolectó un poco más de cinco millones de dólares para hacerle publicidad convencional, y lograr ponerla en el implacable mercado del cine.

Pero la empresa insiste en que fue un boca a boca de personas con “inclinación por la fe”, quienes hicieron que el producto tuviera el impacto que finalmente ha tenido. Con una inversión de 14,5 millones de dólares, ya ha sumado una impresionante ganancia de US$85,5 millones en taquilla desde su debut el 4 de julio, según Box Office Mojo, superando por algunas semanas la recaudación de cintas como Indiana Jones. 

Además ha habido donaciones para apoyar el trabajo de iglesias y grupos conservadores, además de un impulso que le dio Mel Gibson con su respaldo y participación en la realización, y el mismo protagonista Jim Caviezel quien ha insistido en promocionar a través de sus creencias, asegurando que con verla se puede “enviar el mensaje de que los hijos de Dios no están a la venta”.

No todo es luna de miel para “Sound of Freedom”

A pesar del éxito y resonancia que ha tenido la “modesta” producción en Hollywood, no todo ha sido miel en hojuelas para “Sonidos de libertad” y los críticos parecen no ponerse de acuerdo a la hora de evaluar el producto final y sus implicaciones.

Como un «thriller teñido de QAnon» la definió Rolling Stone, citado por la BBC, un término que se utiliza en “general para un extenso conjunto de teorías de conspiración de internet que alegan, de manera falsa, que el mundo es gobernado por una camarilla de pedófilos adoradores de Satán que están conspirando en contra de Trump y al mismo tiempo operan una red global de tráfico sexual de menores”, como refiere The New York Times.

El medio estadounidense explica que los seguidores de estas teorías creen que el grupo de “malvados” está compuesto por destacados demócratas, “incluyendo a Hillary Clinton, Barack Obama y George Soros, así como a un número de estrellas del entretenimiento y celebridades de Hollywood como Oprah Winfrey, Tom Hanks, Ellen DeGeneres”, sin contar a figuras religiosas como el papa Francisco y el Dalái Lama. 

“Muchos de ellos también creen que, además de abusar de los niños, algunos miembros de este grupo matan y se comen a sus víctimas con el propósito de extraer de su sangre un químico que extiende la vida” refiere el diario neoyorquino.

Sin embargo el mismo artículo de la BBC que expone la comparación con este término muchas veces delirante, cita también a la revista conservadora National Review, publicación que asegura que «no es ‘paranoico’ o ‘cercano a QAnon’ llamar una muy necesaria atención sobre horrores que son muy reales».

El mismo protagonista de la cinta, Jim Caviezel, ha sido extremadamente controversial al referirse a QAnon como “algo bueno” en el pasado, y a cuyas conferencias acudió en varias ocasiones, e inclusive sirvió de orador hace un par de años.

Muchos medios han apuntado también en contra de Operation Underground Railroad y Timothy Ballard, a quien señalan de magnificar sus operaciones en la trata y rescate de niños víctimas del comercio sexual.

Por su parte la productora Angel, que distribuye y promociona la película dirigida por Carlos Valverde, ha querido dar un paso al costado e insiste en que no tiene ningún nexo con QAnon, y que los dichos de su protagonista son sólo sus opiniones personales.

Lo cierto es que más allá de la polémica y los argumentos de todos los frentes, la explotación sexual infantil es una realidad dura que ha crecido con los años.

En febrero de este año la Oficina Europea de Estadística, conocida como Eurostat, presentó un informe en el que señalaron que “en el año 2021, en la Unión Europea, el número de víctimas registradas por tráfico de seres humanos alcanzó la cifra de 7.155 personas, un 10% más que en 2020”. 

Igualmente, tras el examen de una selección aleatoria de la Base de Datos Internacional de Imágenes y Videos sobre Explotación Sexual de Niños (ICSE por sus siglas en inglés), Interpol y la organización que lucha contra este flagelo, Ecpat International, publicaron en febrero de 2018, un informe conjunto titulado “Hacia un Indicador Global sobre Víctimas no identificadas en Material de Explotación Sexual Infantil”, cuyo contenido resulta alarmante.

“La base de datos de Interpol sobre explotación sexual de menores contiene más de 4,3 millones de imágenes y vídeos, y ha ayudado a identificar a más de 32.000 víctimas de todo el mundo” concluye el trabajo. 

El documento también detalla que hay al menos 68 países conectados con los delitos, y fueron identificados más de 14.000 delincuentes de redes de explotación, que incluían distribuidores de material pornográfico.

Por esta y varias razones, es probable que Sounds of Freedom siga dando de qué hablar, pero más allá de lo bueno, lo malo y lo feo, si de algo ha servido la polémica es para discutir un problema real y tangible que lastima sin piedad a los más vulnerables, que ha infectado a instituciones de todo tipo, incluyendo religiosas y de Estado, y que sigue sumando víctimas con cada minúsculo movimiento de las agujas del reloj.

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