El Accidente Cerebro Vascular (ACV) es un proceso que ocurre en el cerebro cuando un coágulo de sangre obstruye una arteria, lo que trae como consecuencia una isquemia, que el músculo cardíaco no recibe suficiente oxígeno
El proceso se agrava cuando esa isquemia se rompe y se produce una hemorragia.
El coágulo puede formarse en una arteria muy estrecha (trombo) o provenir de otra zona del cerebro o del cuerpo (embolia).
En ambos casos se produce un daño cerebral, por falta de oxígeno y nutrientes, que puede afectar la motricidad, el habla y las funciones cognitivas, de forma temporal o permanente.
Aunque es un proceso que acarrea muchos síntomas, hay cinco que son fundamentales para saber que la persona está atravesando por una ACV.
- Fuerte dolor de cabeza
- Dificultad para hablar y entender
- Problemas de visión en uno o en ambos ojos
- Parálisis en la cara, brazo o pierna
- Dificultad para caminar
Ante la aparición de algunos de estos síntomas es importante hacer una prueba rápida, una especie de primeros auxilios para detectar que en efecto los síntomas están afectando el cerebro.
- Pedirle a la persona que sonría, y observar si “se le cae” la mitad de la cara
- Pedirle que suba los brazos y mira si hay dificultad para levantar alguno de ellos
- Indicarle que repita una frase simple y observa si arrastra las palabras o habla de forma extraña
Factores de riesgo
Según estudios clínicos, el tipo de alimentación y cuidados médicos son factores importantes a la hora de evitar un ACV.
La acumulación de grasa en las arterias es un factor de riesgo que puede llevar a que se desarrolle un ACV puesto que esto es considerado “colesterol malo”, factor que favorece la producción de una placa (aeroma) que es la inflamación de las arterias, afectando su elasticidad y función; esta situación es un obstáculo obstáculo importante para la correcta circulación de la sangre.
La tensión alta o hipertensión es otro factor de riesgo, al igual que el sobrepeso y el estrés.
Asimismo, la predisposición familiar juega un rol importante, pero son más determinantes los factores de riesgo, modificables con cambios en el estilo de vida, que hacen a una persona propensa a sufrirlo.
De manera que un cambio en el estilo de vida, hacer ejercicios y comer saludable puede ayudar de manera definitiva a prevenir este tipo de enfermedades.