Marianne Chai, MD, directora del Center for Living en Nueva York, fue introducida al kratom hace unos años cuando un adolescente buscó tratamiento para la adicción. Según Chai, el joven había estado consumiendo kratom en forma de té para combatir la ansiedad y terminó en el centro de salud estudiantil con síntomas graves de abstinencia a opiáceos.
Se trata de una sustancia derivada de las hojas de una planta nativa del sudeste de Asia. En dosis bajas, produce efectos estimulantes similares a los medicamentos utilizados para tratar el TDAH, pero en dosis más altas, actúa como un opiáceo.
A diferencia de las drogas ilegales como la heroína, es legal y de fácil acceso, ya que no requiere receta médica. Sin embargo, esta accesibilidad ha creado una falsa percepción de seguridad, cuando en realidad es altamente adictivo.
«Los estudiantes de secundaria y universitarios están rodeados de kratom, está en tiendas de productos para fumadores y en Internet», explica Mike Milham, MD, PhD, psiquiatra de niños y adolescentes y vicepresidente de investigación en el Child Mind Institute. «Los efectos estimulantes del kratom pueden ser atractivos para los estudiantes, pero el riesgo de desarrollar una adicción es real».
El kratom se comercializa en forma de polvo y puede tomarse en cápsulas o como té, e incluso hay bares especializados en su consumo en algunos estados. Una de las sustancias activas en el kratom, la mitraginina, interactúa con los receptores del cerebro para producir efectos estimulantes, mientras que otro compuesto, la 7-α-hydroxymitragynina, interactúa con los receptores de opiáceos, produciendo efectos similares a los de los opiáceos.
Aunque se promociona como una sustancia segura que puede aliviar desde la ansiedad hasta la diabetes, no existen estudios científicos bien controlados que respalden estas afirmaciones. Además, la adicción al kratom puede ser particularmente difícil de tratar debido a la presencia de múltiples sustancias en la planta.
El Dr. David Seitz, director médico de Ascendant, un programa de rehabilitación en Nueva York, informa un aumento en los casos de adicción al kratom. «El mayor desafío es la percepción errónea de que es inofensivo porque es natural», señala Seitz. «Los jóvenes no consideran que sea una droga hasta que enfrentan problemas».
El kratom no está regulado por la FDA, lo que significa que no hay forma de saber la potencia de una dosis o si contiene otras sustancias. En 2019, la FDA encontró niveles significativos de plomo y níquel en productos de kratom, lo que plantea preocupaciones sobre la seguridad de su consumo.
Aunque algunos defensores argumentan que puede ser útil para combatir la adicción a los opiáceos, muchos expertos creen que debe ser regulado como una droga de Programa II, lo que permitiría su uso controlado por profesionales de la salud.
Los padres deben educarse sobre el kratom y tener conversaciones abiertas con sus hijos adolescentes sobre los riesgos asociados con su uso. Si sospechan que su hijo está usándolo, deben estar atentos a los signos de adicción y buscar ayuda profesional si es necesario.
En resumen, el kratom es una sustancia potencialmente peligrosa que está ganando popularidad entre los jóvenes, pero su uso conlleva riesgos significativos para la salud física y mental.
