El líder sectario Ramón Gustavo Castillo Gaete, más conocido como Antares de la Luz, se destacó por su carisma y presencia imponente. Bajo la creencia de ser la reencarnación de Dios, atrajo a seguidores convencidos de su divinidad y de su misión de salvar al mundo.
En noviembre de 2012, la secta liderada por Antares perpetró un crimen brutal al quemar vivo a un recién nacido en una hoguera, alegando que el bebé era el «anticristo».
Ante la conmoción nacional, Antares huyó a Perú, convirtiéndose en el hombre más buscado por la policía en Chile. Sin embargo, meses después, fue encontrado sin vida en la ciudad de Cusco a la edad de 35 años, señaló un reportaje publicado por la BBC.
La historia de Antares de la Luz es ahora retratada en un nuevo documental de Netflix, titulado «Antares de la Luz: La Secta del Fin del Mundo», dirigido por Santiago Correa y producido por la productora chilena Fábula, el cual se estrenó el jueves 25 de abril.
El documental ofrece detalles inéditos sobre el funcionamiento de la secta y entrevistas exclusivas con exdiscípulos, incluido Pablo Undurraga, quien fue uno de los más cercanos a Ramón Castillo Gaete.
La formación de la secta
Ramón Castillo Gaete, proveniente de una familia de clase media en Santiago, se adentró en la música y enseñó en una escuela para niños vulnerables. Fue en un viaje a China con su banda musical cuando comenzaron a notarse cambios en su personalidad.
Al regresar a Chile, comenzó a atraer seguidores a través de grupos de meditación. Uno de ellos fue Pablo Undurraga, quien buscaba un refugio emocional debido a una infancia difícil.
La mayoría de los seguidores de la secta tenían fracturas emocionales significativas y veían en Antares de la Luz a un ser con capacidades especiales que podía salvarlos.
El auge de Antares de Luz
Ramón y sus seguidores se mudaron juntos, primero en Santiago y luego en la localidad de Colliguay, en la región de Valparaíso. Al principio, la secta realizaba seminarios y talleres de meditación para «descubrir al ser interno».
Sin embargo, Antares impuso restricciones cada vez más estrictas, controlando todos los aspectos de la vida de sus seguidores, desde su alimentación hasta su vida sexual.
Con la promesa de salvar al mundo del supuesto fin del mundo el 21 de diciembre de 2012, la intensidad al interior de la secta creció.
El crimen atroz que conmocionó Chile
En 2012, Natalia Guerra, una fiel seguidora de Antares, quedó embarazada. Ramón la recluyó en una cabaña en Los Andes, convencido de que el bebé era el anticristo.
El bebé, llamado Jesús, nació en noviembre de 2012, pero dos días después fue quemado vivo en una hoguera en un cerro cercano.
El hecho impactó al país, pero para los seguidores de Antares, fue visto como un sacrificio contra el anticristo.
Después de que la promesa del fin del mundo no se cumplió, las fisuras dentro de la secta se intensificaron. Pablo Undurraga y su novia decidieron escapar, lo que debilitó a la secta.
La Policía de Investigaciones de Chile inició una pesquisa y, tras una denuncia anónima, se desató un escándalo mediático. Muchos miembros de la secta decidieron entregarse a la policía.
Solo Pablo Undurraga y Natalia Guerra recibieron penas de cárcel efectiva. Antares de la Luz se fugó a Perú, donde fue encontrado muerto en una casa abandonada en Cusco.
A más de 10 años del crimen, el caso sigue siendo impactante para Chile, dejando interrogantes sobre cómo un líder carismático pudo llevar a cabo uno de los crímenes más atroces de la historia reciente del país.