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Joven neoyorquina ingresó a un centro de rehabilitación debido a su adicción al queso

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Su adicción al queso la llevó a comer kilos y kilos escondida, asegura (Foto: The New York Post)

Adela Kujab, una estudiante de la Facultad de Derecho de Manhattan, desarrolló una insólita adicción al queso durante su primer año en la Universidad de Nueva York en la primavera de 2018.

Su insaciable apetito por el queso la llevó a consumir grandes cantidades de productos lácteos diariamente, situación que finalmente la obligó a buscar rehabilitación.

Un problema creciente

Los antojos de Kujab por el queso comenzaron con los trozos más baratos de cheddar blanco y parmesano que podía encontrar en tiendas como Morton Williams y Whole Foods.

“Me detenía y compraba queso, y literalmente me comía un bloque de queso con las manos”, comentó Kujab, de 27 años. A menudo, consumía estos productos sola en su apartamento, en la oscuridad.

El Impacto en su salud

La adicción al queso de Kujab no era solo una cuestión de antojo; también tenía serias repercusiones en su salud. Llegó a devorar aproximadamente 5,5 rebanadas de queso por semana, acompañadas de patatas fritas de parmesano.

Su dieta láctea hizo que su peso alcanzara un máximo de 172 (78 kilos) libras y dejó de menstruar durante cinco meses, corriendo el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2.

La ciencia detrás de la adicción

El Dr. Neil Barnard, autor de «The Cheese Trap» y profesor asistente de medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad George Washington, explicó que la adicción de Kujab se debe a la alta concentración de grasa y sal en el queso, así como a la caseína, una proteína que puede ser ligeramente adictiva.

«El queso contiene sustancias químicas opioides que se unen a los mismos receptores cerebrales que el fentanilo o cualquier otra droga», afirmó Barnard.

La intervención y la recuperación

La situación de Kujab llegó a un punto crítico cuando su madre intervino, preocupada por su salud. Esto llevó a Kujab a asistir a un spa de rehabilitación en Hilton Head Health, Carolina del Sur.

Allí, durante dos semanas, aprendió a pedir y preparar comidas saludables, contar calorías y considerar refrigerios más sanos como arándanos o palomitas de maíz en lugar de queso Havarti.

Una Nueva Perspectiva

Desde su tratamiento, Kujab ha logrado reducir su peso a 55 kilos, ayudada en parte por el medicamento Ozempic, prescrito para controlar su riesgo de diabetes, relató The New York Post.

Aunque aún no ha renunciado por completo al queso, ahora opta por opciones más ligeras como la mozzarella en lugar del cheddar o el parmesano. «Estoy trabajando, pero no como solía hacerlo», dijo Kujab, quien planea graduarse de la Facultad de Derecho de Cardozo en junio.

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