Candelaria Schamun: nací como Esteban y me enteré 17 años después

Candelaria Schamun, de 42 años, descubrió a los 17 que había nacido como Esteban. En una carpeta verde archivada en el escritorio de su padre, encontró una antigua partida de nacimiento que la registraba como un bebé de sexo masculino. “Varón sin testículos descendidos”, había anotado el obstetra en su historia clínica.

El diagnóstico y las cirugías

Un mes después del nacimiento, los médicos informaron a sus padres que, tras una serie de estudios, detectaron que Esteban era, en realidad, una mujer. La hipersecreción de andrógenos había producido la «virilización de genitales externos».

Esto significa la aparición de caracteres sexuales masculinos externos, o un «clítoris superdesarrollado», que no contradecía la existencia de genitales internos femeninos.

En el hospital, el equipo de especialistas recomendó una serie de cirugías para alinear su anatomía con el sexo femenino. Estas operaciones, dos antes del primer año, otra a los 13 y la última a los 17, fueron realizadas para que su “anatomía encajara en el sexo”.

Sin embargo, Candelaria las describe como “innecesarias y evitables”. «Me mutilaron el clítoris en nombre de la normalidad. No había ninguna necesidad médica de hacerlo, cortaron para que no tuviera la apariencia de un pene», afirmó a BBC Mundo.

La carpeta verde

La vida de Candelaria cambió drásticamente el día en que descubrió la carpeta verde en el escritorio de su padre. “Recuerdo que estaba en la habitación de mi madre, probándome un vestido de fiesta. Bajé las escaleras y fui hasta la oficina de mi padre. Encontré una carpeta verde que decía: ‘Candelaria. Salud’”, relata.

Dentro de esa carpeta, encontró su partida de nacimiento con la misma fecha de cumpleaños, pero con el nombre de Esteban Schamun. “Al instante, me di cuenta de todo: Esteban no era un hermano gemelo muerto, sino yo misma”.

Una adolescencia difícil

El descubrimiento la dejó en shock. “Sentí pánico. Empecé a preguntarme quién era, quién fui, por qué fui un varón”. Escondió la carpeta debajo del colchón, se acurrucó en posición fetal y lloró. “Era verano, afuera hacía un calor infernal, pero yo estaba helada. Me sentía sucia”.

La revelación afectó profundamente su adolescencia. “Mi adolescencia se oscureció. Empecé a hacerme daño, a tomar más alcohol, a alejarme de mis amigos, a estar enojada con mi mamá, enojada con todos”.

La larga lucha por la identidad

Fue a los 27 años, una década después de conocer su verdadera historia, que Candelaria comenzó a ponerle palabras a lo que había sido un secreto familiar durante años.

El año pasado, publicó «Ese que fui: Expediente de una rebelión corporal» (Sudamericana, 2023), un relato crudo donde recorre la búsqueda de su identidad. En este libro, detalla su lucha y el impacto de las cirugías innecesarias en su vida.

Un parche sobre otro

Candelaria recuerda cómo, al mes de nacer, su madre notó que vomitaba la leche cada vez que la amamantaba. Preocupada, la llevó al médico y, tras varios análisis, el pediatra ordenó su internación de urgencia.

Luego de 10 días de incertidumbre, una endocrinóloga diagnosticó «hiperplasia suprarrenal congénita perdedora de sal», una alteración genética que afecta a las glándulas suprarrenales y la capacidad del cuerpo para producir hormonas, lo cual había alterado la conformación de sus genitales externos.

La historia de Candelaria Schamun es un testimonio impactante sobre la lucha por la identidad y las consecuencias de las intervenciones médicas innecesarias.

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