Amalia y Charo, ambas con más de 160 años de vida entre las dos, salen cada tarde a tomar el fresco en Villoslada de Cameros. Este pequeño pueblo en el norte de España ha visto disminuir su población con el tiempo, según reportaje de BBC. «El pueblo está casi vacío», comentan mientras se escuchan los cencerros de las vacas, el único ruido a las seis de la tarde.
Las primeras migraciones ocurrieron después de la Guerra Civil española, con muchos habitantes yéndose a Chile y Madrid en busca de mejores oportunidades.
Villoslada, con poco más de 300 habitantes censados, apenas cuenta con 100 residentes en invierno. Sin embargo, en los últimos años, varias familias venezolanas han llegado, dándole nueva vida al pueblo.
Nuevos vecinos venezolanos
Unas 20 personas, entre niños y adultos, han revitalizado Villoslada con nuevos negocios y reabriendo otros. «Nadie quería ocuparse del bar, pero una pareja venezolana lo tomó y lo reabrió», dice Amalia. Cuatro de los 11 alumnos de la escuela local son venezolanos, lo que ha vuelto a llenar las calles de niños.
Villoslada de Cameros es un ejemplo de las áreas rurales de España que se están recuperando gracias a la migración venezolana. Estas zonas se han ido vaciando debido a la baja natalidad y la migración a ciudades con más oportunidades laborales.
Revitalización y nuevos negocios
El bar-casino La Paz, dirigido por la venezolana Soraida Ledezma, es ahora el corazón del pueblo. Ella y su familia llegaron en 2021 y han logrado adaptarse y atraer a los locales con una fusión de comida venezolana y riojana. «El impacto al principio fue fuerte, pero nos hemos adaptado», cuenta Soraida a BBC.
La familia de Soraida y otros venezolanos gestionan tres bares en la zona y han abierto una tienda en Torrecilla. «Son emprendedores y muy trabajadores», comenta Virginia Muela, una vecina. Los niños venezolanos también participan activamente en el grupo de teatro local.
Los viernes en Villoslada son de pincho-pote, donde los locales se reúnen en el bar. «Les doy mi toque especial, la sazón venezolana», dice Nureya Rodríguez, suegra de Soraida, que se encarga de la cocina. Los vecinos aprecian la mezcla de culturas y sabores.
Adaptación y futuro
La familia Escalona-Ledezma ha encontrado en Villoslada un lugar tranquilo y seguro para sus hijos. «Nos hemos adaptado al frío y a la tranquilidad del pueblo», dice Carlos Escalona, esposo de Soraida. Su plan es permanecer y seguir contribuyendo a la comunidad.
La migración venezolana ha traído una nueva vitalidad a Villoslada de Cameros, mostrando cómo la integración y el emprendimiento pueden revitalizar áreas rurales en España. «Este pueblo tiene su encanto, te atrae», concluye Soraida, orgullosa de su adaptación y contribución al nuevo hogar que han encontrado.
Fuente: BBC Mundo