Gracias a los avances en la tecnología de las células madre, los científicos pueden ahora cultivar artificialmente una masa de células para crear órganos en miniatura; con propiedades similares a la de los órganos humanos, denominados organoides.
En detalle los organoides son agregados de células cultivadas en matrices tridimensionales (3D), que dan lugar a órganos en miniatura simplificados que conservan algunas funciones fisiológicas.
Su procedencia es de una o varias células, de células madre embrionarias o células madre pluripotentes inducidas, que pueden autoorganizarse en cultivos tridimensionales.
Los organoides, poseen un potencial de reproducir procesos de desarrollo biológico, modelar procesos patológicos que permitirán el descubrimiento de nuevos fármacos y propiciar la medicina regenerativa.
La posibilidad de construir mini órganos es muy reciente. Los científicos solo han podido avanzar significativamente en este tema en los últimos 10 años.
Impacto científico de los organoides
En este período breve, los organoides ya hicieron grandes contribuciones a la ciencia. En el año 2016 frente a la enfermedad viral ZiKa, se presentaron casos de microcefalia en bebés, cuyas madres durante el embarazo sufrieron el virus y estos organoides hicieron lo propio.
En el proceso de investigación un equipo liderado por el neurocientífico Stevens Rehen, de UFRJ e IDor, utilizó minicerebros para demostrar que el Zika en realidad afecta las células del sistema nervioso e inhibe su crecimiento, provocando el síndrome congénito asociado con la infección, que causa microcefalia y otros problemas de salud en los bebés.
Esta fue la primera vez que se utilizó el modelo de los organoides para comprender una enfermedad viral.
Seguidamente, se conoció un nuevo hallazgo, las investigaciones con mini órganos permitieron también entender qué células invade el coronavirus. Ante la emergencia sanitaria mundial, muchos expertos quisieron evaluar si ya existían medicamentos disponibles en el mercado que pudieran combatir el virus o mitigar sus daños.
Estos ensayos se probaron en organoides: aquellos tratamientos que no funcionaron de inmediato fueron descartados y los medicamentos que mostraron algún efecto positivo inicial evolucionaron más rápidamente hacia las siguientes fases de investigación.
En la actualidad, se sigue trabajando con organoides para evaluar posibles huellas del coronavirus en el hígado, los riñones, el corazón y el cerebro.
Asimismo, se han logrado estudios en organoides en temas oftalmológicos para avanzar en la cura de impactos en la retina.
La gran ventaja de los organoides radica en que las células derivadas del paciente comparten su genoma y por tanto, son una muy buena réplica del contexto genético y celular del órgano de esa persona, para alcanzar buenos resultados en cualquier intervención médica.
Myriam Grunewald, directora del recién creado Centro Organoide de la Organización Médica Hadassah dentro del Instituto Wohl de Hadassah para Medicina traslacional asegura que los organoides son el modelo más cercano a la realidad, que permite estudiar las enfermedades humanas de la mejor manera.
En el futuro es probable que los organoides se utilicen no sólo para obtener información, sino también para curar órganos. Un organoide intestinal, por ejemplo, repleto de células madre adultas en regeneración, puede reimplantarse en un paciente, localizar el sitio de una lesión y repararla. La tecnología organoide está avanzando y revoluciona la ciencia.
