Mariela, una mujer mexicana de 57 años, mayor que sus tres hermanos varones, asumió todos los cuidados en el último año de la vida de la madre de todos. Solo por ser mujer.
Debió dejar su trabajo formal para asumir la tarea de 24 horas que significó alimentar, bañar y limpiar a su mamá, que, debido a una caída, dejó de controlar esfínteres y perdió capacidades motrices.
Uno de los hermanos decía que él aportaba el dinero. Los otros, sencillamente que ella debía cuidar a la madre, porque es mujer.
Nerissa Aguilera es mamá de Almaluz, una brillante niña de 5 años con autismo. Nerissa que es licenciada en informática, se dedicó a muchísimas cosas en el pasado, desde espacios profesionales hasta ámbitos de militancia por la igualdad. Hoy su vida es distinta.
“Dedico muchas horas al día a investigar cómo puedo apoyarla y guiarla sin que deje de ser quien es, porque mi mayor deseo es que ella pueda crecer feliz y plena. Mi hija tiene 7 años actualmente y aunque hemos logrado muchas metas y trabajo a diario para consolidar su independencia, habilidades sociales y de comunicación, para lograr esto necesita realizar algunas terapias”.
Almaluz es su prioridad en todo momento. La lleva y busca a diario en el colegio, a las terapias y la preparación de su alimentación, pues tiene intolerancia al gluten, “ante tantas actividades diarias en este momento no puedo cumplir un horario laboral, me resulta imposible, por lo que trabajo en una universidad donde doy clases de forma remota y trabajo freelance en algunos proyectos y empresas que comprenden e incluso apoyan nuestra forma de vida”.
Para nadie es extraño: las mujeres cuidan el mundo, la pregunta es si eso es justo. Al respecto, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, sostiene que la pandemia profundizó esas diferencias. Antes de este evento que movió la economía del mundo, las mujeres latinoamericanas dedicaban el triple de tiempo que los hombres al trabajo de cuidado no remunerado.
Evidentemente, todas las situaciones de salud que trajo consigo la pandemia, profundizaron la demanda de cuidados y las mujeres debieron asumir ese peso, lo que incide de manera directa en su acceso al mercado laboral, a las oportunidades de desarrollo.
Las consecuencias son la pobreza, exclusión, dependencia económica, entre otros.
Los cuidados: preservación de la vida
Cepal define la labor de cuidados como las actividades que regeneran el bienestar físico y emocional de las familias; “hace por tanto referencia a un amplio conjunto de aspectos que abarcan: los cuidados en salud, el cuidado de los hogares, el cuidado a las personas dependientes y a las personas que cuidan o el propio autocuidado”, se lee en el documento “hacia la construcción de sistemas integrales de cuidados en América Latina y el Caribe: elementos para su implementación”, editado por el organismo regional.
En este mismo informe, publicado en noviembre de 2021, consta que en América Latina y el Caribe, “60% de las mujeres en hogares con presencia de niños y niñas menores de 15 años declara no participar en el mercado laboral por atender responsabilidades familiares”.
Respecto al tema, LMN entrevistó a Alba Carosio, investigadora del centro de estudios de la Mujer de la Universidad Central de venezuela, quien destaca que, para equilibrar esta situación, los Estados tendrían que garantizar infraestructuras que faciliten el trabajo de los cuidados y den posibilidades a las mujeres de disponer de más tiempo para emprender iniciativas productivas o incorporarse al mercado remunerado de trabajo.
Carosio, quien también es militante feminista, considera que de igual forma debe existir apoyo monetario a quienes tengan bajo su cuidado a personas con alto grado de dependencia, casos como adultos mayores, pacientes con Alzheimer u otros.
En cuanto al cuidado de niños, niñas y adolescentes, Carosio opina que, sobre todo para atender a la población infantil durante los primeros años de vida, deben existir sistemas de cuidado y sistemas de educación que sean socializados, para que no quede de parte de las familias pagar una guardería o un centro de cuidado sino que sea una obligación del Estado.
“Todo esto tiene que estar atravesado por mensajes que promuevan la corresponsabilidad entre mujeres y hombres y entre los distintos miembros de la familia para ejercer las labores de cuidado”, advierte.
Sobre este tema, Cepal propone que el diseño de los sistemas de cuidados desde una mirada integral y con perspectiva de género debe promover la modificación de la tradicional división sexual del trabajo, consagrando el derecho a cuidar y recibir cuidados en condiciones de calidad e igualdad, priorizando el desarrollo infantil, el derecho a la vida digna de las personas mayores y el derecho a la vida independiente de las personas con discapacidad, haciéndolo compatible con el derecho de las mujeres a la autonomía y a su plena participación política, económica y social.
Desde la perspectiva del organismo, un sistema de protección social debe estar conformado por la salud, la educación, seguridad social y un sistema de cuidados.
Avances en América Latina
Diversidad de movimientos sociales y organizaciones feministas en el continente han librado importantes batallas para lograr la igualdad en este ámbito.
Los gobiernos de la región son signatarios de ‘La estrategia de Montevideo y el Compromiso de Santiago’, documentos en los que se hace evidente la necesidad de “mitigar los efectos de crisis y recesiones económicas en la vida de las mujeres, y promover marcos normativos y políticas que dinamicen la economía en sectores clave, incluido el de la economía del cuidado”.
Algunos países han comenzado a dar pasos en este sentido.
- Uruguay fue el primer país de América Latina en crear un Sistema Nacional Integrado de Cuidados. Nación en el año 2015 con el propósito de generar corresponsabilidad entre el Estado, las familias y la comunidad respecto al tema.
- Costa Rica impulsó en 2010 la Red Nacional de Cuidado y Desarrollo Infantil, que luego generó una Ley que le dio vida en el año 2014. Su objetivo es establecer el cuidado infantil como un derecho de acceso público, universal, con financiamiento solidario de origen público y privado.
- En Chile, destaca el programa “Crece contigo”, orientado a “proteger y apoyar integralmente a todos los niños, niñas y sus familias”, y el programa “Chile Cuida”, un subsistema de “apoyos para las personas en situación de dependencia y discapacidad, sus cuidadoras y cuidadores, sus hogares y su red de apoyo”.
- Colombia avanza hacia la construcción de un sistema integral de cuidados, entre estos esfuerzos destaca el Sistema Distrital de Cuidados de Bogotá, que funciona desde el año 2020 para coordinar la corresponsabilidad entre el distrito, sectores privados, las comunidades y los hogares.
Para Alba Carosio, la educación, la concientización y la corresponsabilidad son indispensables para que una familia marche bien, sobre todo en situaciones en que uno de sus integrantes requiere cuidados especiales. Aunque sostiene que, “en principio todas las mujeres somos cuidadoras de hijos, padres y familia en general”.
Desde su trabajo, ampliamente conocido en el continente, considera que es importante debatir las cosas en las familias y educar a los niños en la corresponsabilidad, “porque además le hacemos un bien para su vida adulta”.