Un hombre enmascarado persigue con un cuchillo a una jovencita que aunque corre, no logra alejarse demasiado de su destino. Después de momentos de verdadera tensión, ocurre lo esperado: el sangriento homicidio de la mujer, a manos de un monstruo que podría ser cualquier otro personaje.
Lo fuerte de ver la representación de la maldad humana, podría no tener demasiado sentido, y aunque muchas personas se lo atribuyen al morbo, expertos aseguran que los motivos del disfrute del terror, tiene raíces mucho más profundas dentro de la psicología.
Explorar los miedos
El centro de todo podría estar en algo inherente a todo ser humano, y muy lejos del disfrute con lo oscuro, y se trata de entender y encontrar el fondo de los temores como individuos y como sociedad.
“El género de terror se dirige a nuestros miedos arquetípicos. Se puede ver en toda la historia cómo cada generación ha definido el ' terror' a su manera, y se convierte en gran medida en la idea de que es algo fuera de nuestro entendimiento que nos amenaza”, explicó Paul J. Patterson de la Universidad Estatal de San José (EE.UU.), citado por la revista Muy Interesante.
Con esta posición coincide Giuseppe Iandolo, director del Máster en Psicología del Desarrollo Infantojuvenil de la Universidad Europea de Madrid (UEM), quien agrega que amar el género cinematográfico, puede estar asociado a sentimientos agradables motivados por una dosis de estrés controlado y no sostenido en el tiempo, comparable con la práctica de deportes extremos, como señala un artículo del medio Expansión.
Aunque si se ha demostrado un sentido de placer en lo grotesco de estas historias, para Beatriz Gandarillas, profesora de Psicología de la Universidad Francisco de Vitoria, “la sensación se genera al segregar hormonas como la dopamina o la serotonina, algo que ocurre cuando entendemos que estamos viviendo una experiencia estresante, sí, pero en un contexto de entretenimiento”
Sin embargo, esta experiencia no es igual para todos, como demostró un estudio publicado en la revista ‘Journal of Consumer Research’ (2007), en el que encontraron reacciones diferentes entre los amantes del cine de terror, y aquellos que no lo eran.
“En el mundo real, las personas pueden experimentar, al mismo tiempo, tanto felicidad y tristeza como euforia y ansiedad. Las personas disfrutan de las emociones aunque provengan de una fuente negativa; de lo contrario, las cosas podrían ser bastante aburridas”, comentó para Muy Interesante, Joel Cohen, de la Universidad de Florida y autor del estudio.
Dentro de la psicología existe otro elemento mucho más loable que también es mencionado por creadores de cine, como es la necesidad de proteger al indefenso, y de identificarse con la víctima, en especial por lo malo que le pasa.
Rodrigo Mesonero, profesor de guión de cine de la UEM, asegura que la espera de reivindicación por parte de las víctimas, es otro de los elementos que afecta la psicología humana: mientras más sufres, más engancha, y más se busca “justicia” por el dolor causado.
Reflejos de una época
Expertos insisten en que esta necesidad de explorar los temores más profundos, se refuerzan en la relación historia- contexto social en el que se desarrollan los cuentos espeluznantes.
"Son un espejo de la sociedad. Si estudias el pasado a través de las historias de horror que la gente contaba sabrás cuáles eran los grandes retos y los grandes miedos del momento", explica la socióloga Margee Kerr, especialista en el estudio del miedo, citada por la BBC.
Ejemplo de eso es la creación de Godzilla poco tiempo después del lanzamiento de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki, "Drácula" de Bram Stoker como una posible alegoría a las enfermedades de transmisión sexual de la era victoriana, e It el payaso asesino, nacido en una época de altísima vulnerabilidad de la población infantil, víctima de asesinatos masivos, entre muchos otros flagelos.
Sin embargo el cine de terror sigue siendo un espacio controlado, y las emociones de sudoración, sobresalto, suspenso se dan dentro de un ambiente “no real y seguro”, con una dosis pequeña de excitación.
Aunque un estudio liderado por Marvin Zuckerman, profesor de la Universidad de Delaware, sugiere que las personas que buscan mayor excitación tienden a escoger y disfrutar de este tipo de cine, no se sabe exactamente que hace que las personas se inclinen por un lado específico de la balanza.
A quienes no les gustan también pueden ser fácilmente identificables, como expone Mathias Classen, autor de "Por qué el horror seduce", quien insiste en la necesidad de poner la lupa en estos sentimientos tan opuestos, pero fuertes, en relación a las películas o género de terror.
“A la gente que tiene una respuesta muy fuerte contra los estímulos negativos, el tipo de personas para las que es el final del mundo si se les olvidó traer la tarjeta de crédito cuando salieron de compras, no les gustan las historias de terror porque las emociones negativas los abruman” detalla el investigador.
Lo cierto es que el cine de terror no para de generar ingresos a pesar de sus viscerales retractores, que al final quedan reducidos con sus también apasionados defensores, que siguen apostando a que los asusten, mucho más allá del morbo.