“Después de todo mañana será otro día” fue la frase final de una Scarlett O’Hara humillada pero firme en “Lo que el viento se llevó”, como a quien de verdad le importa un bledo, como quien pasa la página de la vida con la rapidez con la que se pasa la de un libro.
Un ejemplo más actual de esta actitud un poco cínica, relajada e indiferente, podría ser la del personaje de 'White Lotus 2', Daphne, como analiza la columnista Marita Alonso para la revista ELLE, para tratar de responder una pregunta existencial cuya afirmación podría retorcer de ira a la comunidad de la psicología en el mundo: “¿vivir en una burbuja es el secreto de la felicidad?”.
Ambas personas ficticias parecen diluirse en la figura de héroe y villano, que conscientes de su desgracia, deciden ignorarlas y sacarles provecho, revolviendo un sentimiento de “te quiero pero te odio” en el espectador, que en el fondo, y de manera insospechada, querría ser un poco como ellas.
La desgracia de la inevitable imperfección
Parte de un sueño generalizado en lo más profundo del ser humano (lo acepten o no) es conseguir la pareja perfecta, con el cuerpo perfecto, que además sea capaz de proveer una vida de abundancia económica, que trabaje pensando en llegar a casa para ponerse un par de pantuflas perfectas, y sentarse a la mesa perfecta, a hablar sobre la jornada perfecta en la que no hizo más que extrañar a su otra mitad.
Jennifer Aniston y Julia Roberts machacaron este concepto en películas repetitivamente sonsas durante los noventa y 2000, y en esta época Joey King siguió con el legado a través de cintas como la inusual y empalagosa trilogía “The Kissing Booth”, o “Entre la vida y la muerte”.
La realidad (y hablando con estadísticas en mano), es que es casi imposible que la “Vivian” de carne y hueso que se pasea por Los Ángeles ofreciendo servicios sexuales, encuentre en su camino al “Edward” millonario que la saque de las calles, o que un cirujano plástico se enamore perdidamente de su secretaria, a quien llevó con sus hijos a Hawaii.
Pero negar la realidad y jugar con las cartas que se tienen es también una opción. Probablemente el marido del personaje de Daphne le es infiel y ella lo sabe, pero le llena la vida de lujos, y ¿quién la culparía por mirar a otro lado?.
A lo mejor Scarlett O’Hara fue abandonada por el hombre que descubrió que amó por demasiado tiempo, pero siempre termina saliéndose con la suya, es solo un ejercicio de paciencia y “hacerse el loco”, o como señalaría acertadamente Alonso en su artículo, una capacidad envidiable de ponerse en “modo avión”.
¿Más vale pretender que ser?
En una famosísima charla TED, la psicóloga graduada con honores de la Universidad de Harvard, Amy Cuddy, asegura que el lenguaje corporal es capaz de moldear la identidad de cada uno, o lo que es lo mismo “simula hasta que se haga realidad”.
Aunque es absolutamente simplista asegurar que la investigadora incita a ignorar el fracaso para lograr el éxito, tampoco es completamente alejado de su teoría expresada en el reconocido escenario de las letras rojas, ponencia que se convirtió en un video que a la fecha tiene más de 22 millones de reproducciones, solo en la versión subtitulada.
“Si intencionadamente asumimos esas posturas (de poder con los brazos arriba, o ocupando físicamente mucho espacio) aunque no nos sintamos como corresponde a las mismas, sí que acabemos por sentirnos de ese modo” dijo Cuddy.
Esto podría ser una manera de colocarse en “modo avión” o simplemente hacer que “todo nos resbale”, por más duro que suene para muchos teóricos de la psicología.
Igualmente podría explicar un poco lo que Aloso llama en el artículo de ELLE “fake it till you make it”, o “fíngelo hasta lograrlo” una frase muy estadounidense, que podría no solo dibujar la cultura del gigante del norte y todos los espacios en los que tiene influencia, sino ser una reconciliación con personajes de dudosa “moralidad” como Daphne de White Lotus 2, o Scarlett O’Hara.
Sin embargo muchas corrientes psicológicas actuales promueven sacar de los organismos todos los “dolores” y no meter absolutamente nada de polvo debajo de la alfombra, o lo que es lo mismo: ¿aceptar la realidad? sí, ¿ignorarla? jamás.
“Las emociones son expresiones fisiológicas que nos indican cómo recibimos distintos sucesos. Así, al igual que cuando se padece de, por ejemplo, un catarro, no se puede esconder y debemos reposar y sufrirlo. Por tanto, cuando sentimos una emoción lo adecuado es asumirla y experimentarla” escribió la psicóloga María Vélez publicado en el portal web lamenteesmaravillosa.com.
Continuó explicando la profesional, que todas las emociones incluso las negativas, tienen una función en la vida, ya sea crear alarmas, corregir el camino, o lo que es lo mismo, evitar que el globo explote por llenarlo de aire sin soltarlo.
Una imagen muy clara del planteamiento de Vélez puede verse en la película de Disney Intensamente, cuando Alegría descubre que solo con Tristeza se encienden las alarmas para que el entorno de una niña salga al rescate.
Después de analizada la situación parecería irresponsable invitar a las personas que se “daphnifiquen” o se “scarlifiquen”, y se expongan de esta manera a explotar repentinamente, sin embargo bañarse en aceite para que algunas cosas simplemente resbalen, es un poco necesario… al menos de vez en cuando.