Como otros lenguajes de odio, el fascismo y el antisemitismo, se han filtrado en las redes sociales e impulsan propaganda intolerante.
En julio de 2021, la Asamblea General de la ONU mostró su preocupación sobre “la propagación y proliferación exponenciales del discurso de odio” en todo el mundo y adoptó una resolución para promover el diálogo y la tolerancia interreligiosos e interculturales para contrarrestarlo.
A propósito de conmemorarse hoy del Día Internacional de las Víctimas del Holocausto, vale la pena recordar que el rapero estadounidense Kanye West, un difusor de discursos de odio en los mass media- ironizó sobre la comunidad judía y la comunidad negra.
Posterior a la publicación, manifestantes sobre la autopista 405 colgaron un cartel que decía “Kanye tiene razón sobre los judíos” mientras saludaban a los nazis, según imágenes de los organizadores locales y publicaciones compartidas en las redes sociales.
Esto siguió en varios vecindarios de Los Ángeles donde se encontraron volantes antisemitas tirados en los umbrales de las puertas y los parabrisas.
De hecho, el rabino Noah Farkas, presidente y director ejecutivo de la Federación Judía de Los Ángeles, señaló que los seguidores de West en las redes sociales son mayores que los de toda la población judía en todo el mundo, razón por la cual los comentarios descarados del rapero, junto con otras muestras de antisemitismo y odio, han dejado judíos de Los Ángeles “al límite”.
Antisemitismo mainstream
Brian Levin, director del Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo en Cal State San Bernardino, dijo en LA Times que es inusual y profundamente preocupante que un discurso de odio tan vitriólico provenga de una celebridad del calibre de Kanye West y trae consigo el peligro de envalentonar a otros, porque su fama da credibilidad a sus ideas.
“Las palabras de West tienen mayor significado debido a lo famoso que es y cuán violento es el lenguaje. Este no es un tipo sutil de intolerancia… es más descarado, es más violento y no se disculpa”, destacó.
A medida que el planeta lidia cada vez más con la retórica racista e intolerante que ingresa a la corriente principal, acompañada de un aumento en los crímenes de odio, no queda duda que el extremismo tiende a provenir de los márgenes de la vida política.
No hay que perder de vista que internet, y más todavía las redes sociales, modifican conductas sobre la base de las emociones.
El lenguaje de odio del fascismo y el antisemitismo -y sus derivados- es impulsado en redes sociales porque cuantas más interacciones (el preciado engagement) tenga la información sesgada que las plataformas acumulan, más posibilidades tienen de conocernos y de ofrecer productos adaptados a nuestras necesidades, incluidas las ideológicas.
Por eso Naciones Unidas, proclamó el 18 de junio como Día Para Contrarrestar el Discurso de Odio: “por la necesidad de acabar con las retóricas discriminatorias y xenófobas -incluidos los Estados- a aumentar sus esfuerzos para abordar este fenómeno, de conformidad con el derecho internacional de los derechos humanos”.
No es un dato menor el incremento de movimientos racistas, fascistas y neonazis en toda Europa que agreden a migrantes, romaníes, activistas LGBTQ, musulmanes, judíos, personas con discapacidades y otras minorías.
Bloquea el odio
Cristina Pérez Pietri, pedagoga venezolana en gerencia educativa y máster en multimedia y educación, asegura que una forma de combatir el discurso del odio es no compartir el contenido, ni siquiera generando discusión acrítica sobre el tema.
“Bloquea a la persona que fomenta este tipo de intercambios. El bloqueo suele ser anónimo y te garantiza que los comentarios ofensivos que pueda compartir esta persona no los recibas” y asegura que el odio a menudo proviene de la ignorancia.
Pérez recomienda reportar el discurso de odio a través de los mecanismos que las propias redes sociales ofrecen y empezar a formar parte de la solución del problema.
Una de las llaves para disminuir la propagación del odio en las redes sociales son los propios usuarios consumidores.
Pérez Pietri sugiere que invitemos a nuestros hijos a leer historias relacionadas con el holocausto, las guerras, el racismo o cualquier fuente que promueva la tolerancia y diversidad.