El 11 de julio de 1972 se enfrentaron en una histórica partida de ajedrez, el soviético Boris Spassky y el estadounidense Bobby Fischer, en un contexto caracterizado por las tensiones de la guerra fría.
El encuentro se llevó a cabo en Reikiavik, capital de Islandia; generó gran expectativa no solo en los fanáticos del ajedrez, sino en las personas que vieron el juego como una extensión de la guerra fría entre EE.UU y la URSS.
La URSS tenía 24 años liderando los tableros en el mundo, Bobby Fisher destronó a Spassky, con lo que logró una importante victoria que traspoló peones, torres y alfiles, y fue considerada una victoria del gobierno de Nixon sobre el de Leonid Brézhnev.
Spassky ganó sus dos primeras partidas sin complicaciones, luego sorprendentemente Fischer le daría vuelta al tablero para ganar siete partidas. Ambos jugadores habían aplazado para el día siguiente una partida en la jugada 41 por el evidente cansancio; sin embargo, al día siguiente Spassky llamó por teléfono para abandonar la partida.
El estadounidense terminó venciendo 12,5 puntos a 8,5 al soviético, y se proclamó como campeón el 3 de septiembre de 1972.
Fischer finalmente terminó desapareciendo de la escena y no volvió a competir hasta que le tocó defender el título en 1975 y lo descalificaron por exigir condiciones inaceptables.
Fischer y Spassky se volvieron a ver las caras en una mediática revancha en la extinta Yugoslavia acordada a 30 partidas, que cotizó 3,3 millones de dólares en premios para el ganador. El estadounidense ganó diez partidas, perdió cinco y quince quedaron tablas. El marcador final fue 17.5 de Fischer contra 12.5 por Spassky.