El castillo de Windsor, un fondo soberano, e incluso el Palacio de Buckingham, son algunas de las extravagantes posesiones que heredó el nuevo rey, Carlos III de su madre, la reina Isabel II.
A pesar de que el fallecimiento de la monarca, trasladó a su hijo mayor no solo la corona sino un sinnúmero de cosas que le pertenecían, no todo será exclusivamente del padre de Enrique y Guillermo, sino de cualquiera que reciba el título de rey o reina.
Herencia
412 millones de euros es el estimado del patrimonio personal de la reina Isabel II, un número alto, pero que resulta ínfimo si se compara con las posesiones de la Corona, valoradas en unos 14.300 millones de euros.
Quien ascienda a rey tendrá posesión con su título al Ducado de Lancaster, la fuente de ingresos más antigua de la reina Isabel II, perteneciente a la familia desde 1399, cuyas ganancias van dirigidas a la Bolsa de Gastos Personales de la Corona, orientado al mantenimiento de las residencias reales y a los gastos personales y oficiales.
Está compuesto por 18 mil hectáreas de tierras, minas de caliza y piedra arenisca y nueve castillos, que ahora son de su hijo.
Adicionalmente tendrá una asignación anual que el Fondo Soberano hace a los denominados “trabajadores reales”, que agrupa al rey o la reina, y a quienes actúen en su nombre.
Crown State administra el fondo, dotado “con entre 15% y el 25% del beneficio que las tierras de los reyes generan a Inglaterra desde 1760”, como señalan medios especializados.
El cronista Jorge Luis García explica que, gracias a un acuerdo con el Parlamento, se explotan las propiedades, y le dan a los monarcas un pago anual.
En este grupo, que son del máximo representante de la monarquía (quien quiera que sea), están el palacio de Buckingham, el castillo de Windsor, el St James Market y la Regent Street de Londres.
Pero no todo son castillos y palacios, Isabel II era dueña de unas 7.000 pinturas, 40.000 dibujos y grabados e innumerables objetos decorativos, reunidos en siete siglos, y que incluyen rarezas como obras de Vermeer, Rubens y Rembrandt, y dibujos nunca vistos de Leonardo da Vinci.
La herencia no viene sola para el rey de los británicos, ya que él también deberá entregar a su hijo Guillermo lo que le pertenecía con su título nobiliario, como el Ducado de Cornualles y de todos sus bienes.
Lo que no será inherente a su corona, será el castillo de Balmoral, ubicado en Escocia, uno de los favoritos de la reina, la residencia de campo de Sandringham, donde se hacían las fiestas de fin de año. El castillo y la residencia (y sus 8.000 hectáreas) son patrimonio privado de los Windsor, por lo que todos los ingresos por turismo u otro aprovechamiento le pertenecen.
Y la lista sigue con el palacio de Kensington y de los castillos de Lancaster, Pontefract y Tutbury, millones de euros de patrimonio personal, una espectacular colección de sellos muy valiosos que heredó Isabel de su padre, el rey Jorge VI, joyas, caballos, parques automovilísticos, que junto al dinero podrían ser repartidos entre todos los hijos y nietos de la reina.