La victoria de Brasil estaba cantada. Año 1950, la selección del gigante del sur y del fútbol debía enfrentarse a Uruguay en la final de la Copa del Mundo, nada menos que en el estadio Maracaná, en Río de Janeiro. Todo a favor para conquistar el triunfo.
Pero Uruguay sorprendió, y la derrota duele aún 72 años después.
La analogía bien puede servir, claro, para vislumbrar el escenario actual en el ámbito político en esa nación suramericana, que elige presidente este domingo. Las encuestadoras parecen definir un panorama claro, pero cuidado, que el juego no se define hasta el pitazo final.
Hasta el momento, Luis Inácio “Lula” Da Silva, se mantiene de primero en la preferencia de los electores de Brasil. Datafolha publicó recientemente que 52% de los brasileros lo apoyará en las urnas este domingo, mientras que 48% prefiere al actual presidente, Jair Bolsonaro. Además, los candidatos que quedaron en tercer y cuarto lugar en la primera vuelta, apoyan al líder progresista, por lo que el escenario previsible es que Lula gane. Pero puede ocurrir un maracanazo.
Pero, ¿qué significa cada opción para el país y para América Latina en las posiciones de juego planteadas?
Las dos caras de la moneda
Lula y Bolsonaro son dos opciones radicalmente opuestas. La decisión de quienes acudan a votar tendrá impacto en el futuro del país, pero también se juega el destino de decisiones vitales para América Latina. Repasemos.
Para Michelle de Melo, reportera del medio Brasil de Fato, una victoria de Lula sería “la última pieza que falta para reimpulsar en Latinoamérica un proyecto de integración regional”, que acompañaría la llegada al poder de otros dirigentes progresistas en la región como Gabriel Boric en Chile, Gustavo Petro en Colombia, entre otros.
Esto significa para De Melo, la posibilidad de que se promuevan “espacios de integración regional como Unasur que fue abandonado por gobiernos de derecha , el comercio regional a través de Mercosur y el fortalecimiento de la Celac que ha impulsado (Andrés Manuel) López Obrador”.
Agrega que para los sectores progresistas de la región, significa una esperanza el programa de Lula, que incluye la propuesta de una moneda única en Latinoamérica para incrementar el comercio regional de manera soberana.
En contraste, considera que una eventual victoria de Bolsonaro significaría un retroceso en este sentido, pues el suyo fue el primer gobierno de Brasil en ceder su territorio para instalar una base militar estadounidense.
La posición del conservador gobierno de Bolsonaro es clara: crítico de la alianza del Mercosur, y de los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela. También ha señalado de manera negativa el ejemplo de Petro en Colombia.
Incluso, las decisiones en torno a la pandemia de la Covid -19 y su política ambiental, “le valieron un relativo aislamiento internacional”, reseña la web de CNN en un análisis reciente.
Brasil, puertas adentro
Sin embargo, son los brasileros los que están llamados a definir su destino. Nada menos que 156 millones de electores están convocados a las urnas este domingo 30 de octubre en el país más grande de Sudamérica.
Los candidatos y sus propuestas son ampliamente conocidos por la población. Lula Da Silva gobernó por 8 años, durante los que se destacó por la reducción de la pobreza y un importante crecimiento económico. No obstante, lleva en su carrera la mancha de haber pasado 19 meses en la cárcel, acusado de presunto lavado de dinero en la conocida operación Lava Jato, una acusación que luego fue anulada por la justicia.
Entre las propuestas de Lula, resalta la promesa de mejorar el salario mínimo, impulsar una reforma tributaria para que las personas de mayores ingresos paguen más impuestos que los de menos recursos y ampliar la protección social a los brasileños. Además, promete escuchar la voz de los pueblos indígenas de la Amazonía y frenar la deforestación y la minería ilegal.
Por su parte, Bolsonaro, que se enfrenta al riesgo de ser el único presidente no reelecto desde que se permite la reelección, promete reforzar el Auxilio Brasil, programa de transferencia de dinero creado por Lula durante su primer gobierno.
Además asegura que ampliará el proceso de privatización de empresas, y profundizará las libertades económicas. En el ámbito de las medidas ambientales, asegura que continuará con las operaciones "Verde Brasil" y "Guardianes del Bioma", “criticadas por ambientalistas por su alto costo y baja eficacia para combatir la deforestación, los incendios y la criminalidad en la Amazonía”, según explica france24.
Algunos números de interés
Según el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica, Celag, si la participación de los electores en Brasil, se mantiene como en la primera vuelta, es decir, por encima del 79% de los votantes, Lula debe alcanzar más de 50% de los votos válidos, “Para que eso ocurra debe obtener 1,8 millones de votos más que los que obtuvo en primera vuelta”, reseña el análisis de Celag.
En cambio, Bolsonaro para ganar, debe conquistar “8 de cada 10 votos de aquellos que votaron por los candidatos que no ingresaron al balotaje”.
En ese contexto, los candidatos se han concentrado en conquistar a los indecisos y convencer a quienes no asistieron a la primera vuelta.
Entretanto, la nación asiste a la cita comicial con 9,3% de desempleo en el segundo trimestre de 2022, la cifra más alta desde el año 2012, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas.
Además, para 2021, 23,7% de la población estaba en situación de pobreza. Según datos del hospital John Hopkins, Brasil reportó 34,6 millones de casos de Covid-19 y unos 685.000 muertos desde marzo de 2020 hasta finales de septiembre de 2022.
Seguramente algunos de estos datos serán tomados en cuenta por los electores. No obstante, está ampliamente estudiado por investigaciones de comunicación política que, al momento de decidir, el voto se define más por razones emocionales que racionales.
El período entre la primera y la segunda vuelta electoral, ha agudizado las tensiones políticas en la nación carioca. Cuando termine la jornada, todo estará dicho y Brasil caminará en el rumbo que definan sus electores.