La hipótesis de la retroalimentación o feedback facial, sostiene que la activación de la musculatura del rostro implicada en la expresión de determinadas emociones, influye directamente en la manera en que las experimentamos.
Por ejemplo, fruncir el ceño nos haría sentirnos enfadados, mientras que la elevación de las comisuras de los labios incrementaría nuestra sensación de bienestar.
La teoría del feedback o retroalimentación facial fue propuesta por el psicólogo estadounidense Silvan Tomkins en 1962.
Más recientemente, investigaciones realizadas por José Hinojosa y Pedro Montoro, profesores del Departamento de Psicología Experimental, Procesos Cognitivos y Logopedia, de la Universidad Complutense de Madrid, han revelado que cuando se les pide a las personas sonreír -aunque sea forzadamente y sin motivos- los consultados afirmaron sentirse mejor.
En el estudio participaron más de 3.500 personas.
En uno de los experimentos, los participantes debían reproducir el gesto típico de alegría mostrado por la fotografía de un actor. En otro, se instruyó a que moviesen de manera voluntaria algunos de los músculos involucrados en la sonrisa, lo que generó expresiones de felicidad menos arquetípicas.
Cuando más tarde se preguntó a los participantes sobre su estado de ánimo, estos dijeron sentirse más felices, mostrando un incremento similar en ambas tareas.
Es importante resaltar que el aumento de la sensación de felicidad fue pequeño, semejante al que provoca ver fotos de perritos o de bebés.
Los autores advierten que la evidencia muestra que una sonrisa puede ayudar a elevar el estado de ánimo, aunque no de una manera sustancial.
Aunque los resultados no proporcionan un apoyo definitivo a la hipótesis de la retroalimentación facial, sí suponen una importante confirmación de que determinados movimientos de los músculos implicados en la sonrisa, promueven un estado anímico de bienestar.