No se puede mirar nada en Qatar, aunque parezca una ciudad impresionante a nivel superficial, sin pensar en el abuso sistémico de los trabajadores migrantes sobre el que se construyó, asegura el diario Independent, a una semana de haber comenzado el Mundial de Fútbol.
“El Business & Human Rights Resource Center informó que se habían reportado seis casos de abuso de trabajadores migrantes sólo desde el inicio del Mundial”, reseña el popular medio.
Los datos consignados en el artículo periodístico explican cuál es el lado oscuro de la Copa del Mundo que Qatar preferiría que se ignoren.
De hecho, el jefe del Mundial de Qatar, Hassan Al-Thawadi, reconoció que entre 400 y 500 trabajadores migrantes han muerto como resultado del trabajo realizado en proyectos relacionados con el torneo.
En el artículo se detalla que mientras gran parte del área cerca de Lusail sigue en obras, con parcelas sin terminar y trabajadores inmigrantes que continúan trabajando duro, en zonas turísticas como el parque Al Gharafa, hay aire acondicionado y se reproducen cantos de pájaros.
“Aunque debe reconocerse que, fuera de unos pocos “incidentes localizados” —como cuando le pidieron a un camarógrafo que se quitara la correa de reloj de arcoiris—, a los aficionados no les han confiscado artículos con los colores del arcoíris, ni ha habido situaciones que lamentar”, comenta Al-Thawadi.
La verdad parece mucho más cercana a la evaluación del académico Mike Berners-Lee, quien afirmó que esta Copa del Mundo “va a ser el evento con mayor emisión de carbono de cualquier tipo, fuera de una guerra, que el ser humano haya organizado en la historia”. Mientras tanto, no se imprimen hojas de equipo ni programas oficiales porque ante la determinación que el Mundial es un torneo “ecológico”.
Sin embargo, termina Indepent reivindicando algunos aspectos positivos genuinos de esta Copa del Mundo: hay un profundo orgullo por ser la primera en un país árabe y musulmán.
“Muchos de los lugareños son muy hospitalarios y amistosos, un importante recordatorio de la diferencia entre un estado y su gente”, concluye.
