La heterosexualidad, la homosexualidad, la bisexualidad, la pansexualidad y la asexualidad son distintas orientaciones a las que todas las personas podrían enfrentarse desde el primer consentimiento de deseo que experimentamos. Ahora bien, ¿qué sucede cuándo en la adultez nuestra orientación cambia?

Aunque vivimos en una época en la que la comunidad se va haciendo un norte en la sociedad tras años de ser juzgados y señalados como ‘’distintos’’, este tipo de situaciones en las que algunas personas desean sincerar su sexualidad tras la adultez, suceden.

Para los hombres y mujeres que pasan por este cambio siendo adultos, el sinceramiento es un gran alivio que compensa años de confusión, negación y angustia tras vivir décadas soportando el verdadero deseo que late y se muestra en distintos ámbitos. El blanqueamiento de los hechos implica la posibilidad real de ser finalmente más felices.

La orientación sexual no es algo que se elige, sino que se construye con la subjetividad. En este sentido, lo que pasa por una elección es la forma en la que esta nueva decisión se llevará a cabo, teniendo en cuenta las maneras de conquista, los proyectos personales y todas las distintas formas que tiene la sexualidad de intervenir en nuestra vida.

Cuando el deseo no coincide con la orientación que se demuestra, tal y como sucede cuando una persona quiere estar con alguien de su mismo sexo pero se lo prohíbe, genera efectos y conductas negativas que, paradójicamente desencadenan reacciones y conductas homofóbicas.

En el caso de las personas heterosexuales, estos deseos pueden convertirse con el tiempo en una nueva orientación, la cual puede quedarse y comenzar a causar confusiones que buscarán algún tipo de salida. Y la salida no es solo tener encuentros íntimos, sino también concretar un proyecto amoroso.

En estas ocasiones en las que el deseo y la orientación homosexual aparecen, millones de pensamientos llegan a la mente del involucrado: ‘’¿qué hago?’’, ‘’¿cómo hago para concretarlo?’’, ‘’¿seré homosexual o bisexual?’’, ‘’¿cómo hago para vivir con esto?’’, interrogantes que causan un conflicto mental sobre qué hacer con el nuevo sentimiento.

¿Qué se debe hacer en estos casos?

En el momento en que el deseo y la orientación se compenetran entre ellas, la revelación es la acción más saludable para la persona. En la generalidad de los casos, para llegar a este punto, el hombre o mujer habrá pasado previamente por un contacto físico con una persona de su mismo sexo y puede aparecer la posibilidad de crear una relación amorosa.

Lo importante es que no se debe vivir en el medio de las orientaciones, porque tarde o temprano, una de éstas predominará en la más débil, creando un inútil combate entre ambas conductas.