A partir de este miércoles 31 de agosto en Bombay, India, comienza una de las celebraciones hindúes más grandes del año, se trata de la fiesta de Ganesh, la deidad con cabeza de elefante que vuelve al país tras dos años de ausencia debido a la pandemia.
El festival Ganesh Chaturthi celebra a la deidad ya que se cree es el Dios de los nuevos comienzos y eliminador de los obstáculos, además de ser el dios de la sabiduría, la inteligencia, la fortuna y la prosperidad.
Esta fiesta dura 11 días en la que las estatuas son transportadas de un sitio a otro, una tarea titánica porque se necesitan al menos una decena de personas para moverlas: son muy pesadas y algunas miden hasta nueve metros de altura.
Las imágenes son transportadas por carros tirados por hombres hasta los sitios que los han encargado para el inicio de las celebraciones en las que los seguidores bailan horas y horas.
Bharat Mauskar es un artesano local que lleva más de cuatro décadas en el negocio y está muy feliz ya que este año volvieron todos los pedidos que regresaron luego de dos años.
"Este año han vuelto la arcilla y el yeso con una efervescencia total” declaró Mauskar.
Las estatuas de Ganesh, son usualmente fabricadas con un yeso especial que traen de París, ya que es un material ligero que permite transportarlas más cómodamente en las carreteras,
Todo el festival concluye con las procesiones de Ganesh en dirección al mar Arábigo en donde son sumergidas todas las imágenes.
Los artesanos dicen que la arcilla es demasiado frágil y pesada como para poder trabajarlas pero el yeso no se sumerge lo que termina contaminando el agua y dañando la vida submarina. Por esto, las autoridades locales sólo están autorizando las estatuas de yeso siempre y cuando sean sumergidas en lagos artificiales.
Un giro que tiene angustiados a quienes vienen de lejos para ganarse la vida fabricando figuras de yeso.
"Alguien que trabaja con yeso de París se morirá de hambre con esta medida", afirmó un artesano, de los que cada año va de Bihar a trabajar unos meses en Bombay porque no tienen otra alternativa económica.