Desde noviembre de 2012, en Kenia, estaba prohibido el cultivo abierto con modificaciones genéticas (transgénicos) sin embargo el país tendrá ahora que abandonar sus restricciones ante la emergencia de inseguridad alimentaria y sequía extrema.
La decisión la tomó el nuevo presidente William Ruto junto a su gabinete ministerial luego de escuchar las recomendaciones presentadas por un grupo de trabajo sobre alimentos genéticamente modificados y seguridad alimentaria.
Además de la importación de semillas modificadas y maíz blanco transgénico, también se aprobó la importación de alimentos para animales producidos mediante innovaciones biotecnológicas.
Autoridades keniatas aseguran que el beneficio directo se traduce en una disminución del empleo de agentes químicos y, sobre todo, el aumento de los rendimientos en los cultivos.
“En la actualidad prima el consenso de que tanto la agroecología como los cultivos genéticamente modificados se complementan y cada una, desde su ámbito, está en condiciones de aportar mucho a la producción de alimento”, dice la información oficial que adelantó la medida.
Destacan que, ante los impactos del cambio climático y el crecimiento de la población mundial, la biotecnología agrícola es una opción válida para avanzar hacia la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible del planeta.
Los organismos genéticamente modificados son productos vegetales o cárnicos cuyo ADN fue cambiado in vitro con genes tomados de otras plantas, animales, virus o bacterias.
Los productos transgénicos agrícolas más utilizados en todo el mundo son el maíz, la soya y la remolacha azucarera.
La compañía alemana Bayer, que compró al productor norteamericano de semillas Monsanto, produce la mayor parte de las semillas transgénicas del mercado mundial.
Los detractores de los alimentos y semillas transgénicas destacan que producen cáncer y graves afectaciones a la salud, saben mal, pueden causar problemas de salud, fomentan el uso de pesticidas y no se pueden obtener semillas de dichas plantas.
