La viceministra primera del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera de Cuba, Ana Teresita González Fraga, informó que las nuevas medidas de apertura de inversión extranjera privada que se han tomado ya habían sido anunciadas en la pasada Asamblea Nacional del Poder Popular.
"No son independientes ni aisladas, son decisiones destinadas a reparar la compleja situación económica", explicó Fraga, en representación del ministro Alejandro Gil quien está enfermo, según dijo.
En medio de las fuertes restricciones que enfrentamos, la inversión extranjera en el comercio mayorista y minorista, con regulación del Estado, permitirá ampliar y diversificar la oferta a la población y contribuirá a la recuperación de la industria nacional.@MEP_CUBA pic.twitter.com/Uz8pqlVtSY
— Alejandro Gil Fernández (@AlejandroGilF) August 16, 2022
Además, el portal del Ministerio de Comercio Exterior de Cuba detalla que se priorizará a aquellos inversionistas que se dediquen a la venta de materias primas, insumos, equipamiento “y otros bienes que contribuyan a impulsar el desarrollo de la producción nacional".
También, darán prioridad al suministro de productos alimenticios, de aseo, y para la instalación de sistemas de generación de electricidad con fuentes renovables de energía.
Por su parte, la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, explicó que el gobierno hará una selección de las empresas extranjeras interesadas ya que "tiene que prevalecer el mercado estatal" y que se dará prioridad a las empresas que han estado radicadas en Cuba durante varios años.
La medida de la última Asamblea Nacional del Poder Popular intenta paliar la escasez de bienes y el aumento de los precios en la isla.
Cabe destacar que la pandemia arreció la crisis económica caracterizada por el histórico bloqueo de EEUU (flexibilizado mínimamente con el gobierno de Barack Obama pero de vuelta a la rigidez con Donald Trump en la Casa Blanca) y otra vez relajado con la nueva administración de Biden.
Medios internacionales subrayan que la medida “es algo a lo que los revolucionarios de línea dura se han opuesto durante años y que su éxito no está garantizado”.
Además, que el ambiente “estrictamente controlado por el Estado” no lo convierte en una opción atractiva para muchos inversionistas.