Después de un tiempo de haber terminado una relación un poco “tóxica” con su ex, finalmente Gabriel llevó a su nueva novia, Michelle, a la reunión mensual con sus amigos, donde se ponen al día con sus vidas, comen algo y se ríen a carcajadas de cualquier cosa.
“Deja Vu” pensó la mayoría de los presentes, quienes conocían muy bien a Gabo y sabían exactamente su historia. Desde lejos esta nueva chica parecía la misma ex con la que había terminado meses antes, los mismos ojos marrones grandes, pelo liso largo y negro, piel blanca, y hasta la misma risa nerviosa.
El caso de Gabriel puede ser el de cualquiera según la psicología, que ha demostrado que repetir patrones en la escogencia de pareja, no es un caso tan aislado ni producto de la obsesión o capricho.
¿Por qué pasa?
Para la mayoría de los psicólogos el problema parte de lo que sienten algunas personas sobre sí mismas, por ejemplo alguien codependiente emocionalmente, que suele satisfacer las necesidades de los demás por encima de las propias, suele tener parejas egoístas, centrados en ellos, y sin ganas de crecer, como explica la psicóloga Raquel Graña autora de Vivir siendo libre (Mil amores).
Por la misma línea apunta una investigación de la Universidad de Toronto, publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) de Estados Unidos, que asegura que “enamorarse de ‘la misma persona’ constantemente” es una situación usual.
“Si nos descubrimos a nosotros mismos teniendo los mismos problemas en una relación tras otra, quizá deseemos reflexionar sobre cómo gravitar siempre hacia los mismos rasgos de personalidad en nuestras parejas está contribuyendo a la pervivencia de nuestros problemas” dijeron los responsables del estudio en Toronto, Yoobin Park y Geoff MacDonald, que siguió por años, en Alemania, a más de 300 personas y sus repentinas parejas.
Al parecer todos los estudios coinciden en que el entorno determina la selección de pareja, y este “patrón” tiene que ver con el grupo familiar, como lo determinó una investigación realizada por la Universidad Autónoma de México.
“Podemos observar que el nivel de diferenciación obtenido y desarrollado en la familia de origen es trasladado a la relación de pareja y posteriormente a la relación con los hijos” concluye el trabajo, que evaluó el por qué algunas personas terminan comprometiéndose con unas parejas y no con otras.
El planteamiento se refuerza con casi todas las ramas psicológicas, desde el psicoanálisis de Sigmund Freud, quien habló sobre el complejo de Edipo, que busca en los amores, las figuras de los padres y madres, como más tarde desarrolló de manera más profunda el también psicoanalista, John Bowlby, con la teoría del apego.
“Desarrollamos un apego seguro cuando nos han educado con afecto, atendiendo nuestras necesidades y emociones (sin sobreprotegernos) e imponiéndonos unos límites claros y adecuados. Desde este estilo educativo nos identificamos con el modelo y buscamos parejas similares, que nos traten de manera sana y satisfactoria. Así es cómo nuestra forma de relacionarnos puede estar influida por la manera en que nuestros padres se relacionaron con nosotros y entre ellos” dijo Eva Montane, psicóloga.
Cambiar es posible
Aunque no tiene que ser traumático, muchas veces la repetición en los patrones es negativa, porque las personas inevitablemente podrían permanecer en un círculo vicioso, atrayendo una y otra vez las partes más oscuras de sus ex parejas.
Pero esto no es una sentencia definitiva, y como todo en la conducta del ser humano se puede cambiar. “Lo que aprendimos se puede desaprender, aprendiendo otra manera de relacionarnos y abriéndonos a características diferentes. Pero repetimos el patrón si no somos conscientes de nuestros miedos e inseguridades o no hacemos nada para afrontarlos” dijo la psicóloga y terapeuta Rosa Barceló, citada para un artículo publicado en el medio La Vanguardia.
Cristina Alonso, psicóloga citada por El País, insiste en que antes las personas deben asumir las responsabilidades que le corresponden, no culpar con generalizaciones su manera de actuar, y entender que todo ciclo dañino se puede romper, con voluntad.
Los expertos señalan que la mejor respuesta es la terapia, un método infalible para conocerse, sentirse mejor consigo mismo, manejar los conflictos, lograr paz y armonía, empoderarse de la vida y asumir las consecuencias, cambiar hábitos y adaptarse mejor al entorno.