La época decembrina se caracteriza por sus amplios menúes tradicionales, que contemplan harinas, dulces, aperitivos, y algunas bebidas con grados de alcohol influyentes en el cuerpo humano.
Es la época donde muchos pierden los cuidados alimenticios que sostuvieron en todo el año y otros se exigen mantener dietas rigurosas para no sucumbir a la tentación y aumentar de peso de forma desmedida.
Entre estos polos opuestos, también existen las personas que padecen de trastornos alimenticios; afecciones graves de salud mental que dan una estocada a la capacidad del cuerpo para obtener una nutrición adecuada.
Las personas con algún diagnóstico asociado a trastornos alimenticios ( bulimia, anorexia o atracón) son susceptibles a caer en escenarios propios de la navidad, ya que estos rompen con la rutina y provocan un aumento de ansiedad y miedo.
Médicos y especialistas en la materia aseguran que es necesario el acompañamiento psicológico y terapéutico, y la ayuda de familiares y amigos en la tarea de preservar los hábitos.
Azahara Nieto, especialista en trastornos del comportamiento alimentario, asegura que durante sus estudios en el Hospital Universitario Santa Cristina de Madrid; pudo evidenciar que durante las fechas navideñas, algunos de los pacientes empeoraban: "cada vez comían menos, usaban trucos para purgarse y casi todo el progreso que habían hecho durante la estancia en el hospital se desvanecía".
Nieto agrega que "la Navidad puede causar un terror absoluto cuando tu mayor enemigo es la comida, porque son fiestas en la que todo, absolutamente todo, gira en torno a ella".
Partiendo de esta realidad muchas son las acciones que se pueden aplicar para ayudar a una persona afectada a superar o sobrellevar esta época del año.
Una de ellas es colocarse en el lugar del otro, reconocer que la persona afectada es sensible a cierta situación y no insistir en cambiar sus hábitos sólo por el disfrute del momento. Imaginar qué siente la otra persona ayudará a no forzar situaciones.
Asimismo, planear actividades sugerentes, amenas, que lleven al disfrute, que se asocien con la alegría, distracción y diversión sana.
Otro elemento importante, se enfoca en no insistir más allá de lo pactado, o con la decisión de probar alimentos nuevos por muy deliciosos que sean. Presionar con la comida no ayuda, es más, entorpece y enrarece la relación con la persona afectada.
De igual manera, se debe evitar el consumo de bebidas alcohólicas, por su nulo interés nutricional y sobre todo en los casos donde los pacientes toman medicación, ya que puede interferir y provocar efectos adversos.
Para la persona con trastornos alimenticios puede ser muy complicado compartir mesa con personas con las que no tiene confianza. Por ello, es importante adelantar qué personas acudirán a la comida. Siempre con el consentimiento del paciente, se recomienda explicar a los invitados nociones básicas sobre el padecimiento, de manera que puedan entender y contextualizar los comportamientos de esa persona en estas fechas.
Finalmente, el cuidado del lenguaje es lo más importante; usar términos adecuados, no comparar, no suponer, evitar preguntas incómodas y comunicar las ideas con respeto y consideración, hará de las navidades un momento confortable para todos.
Crear alianzas y convertirse en personas de confianza para el afectado ayudará a lograr unas navidades felices, seguras y amenas.
