Con el propósito de reforzar las relaciones entre padres e hijos, la iglesia católica impulsa a nivel mundial y cada primero de enero el Día Internacional del Hijo.
La fecha busca conmemorar la relación afectiva en el núcleo familiar tomando en cuenta que no solamente es algo que repercute en el bienestar del individuo, también influye positivamente en el desarrollo de una sociedad más justa y equilibrada.
El catolicismo sostiene que la construcción de un vínculo adecuado implica expresar abiertamente el afecto entre los integrantes de la familia, hacer sentir a la persona querida y aceptada por sus cualidades y defectos.
Es por ello que el Día Internacional del Hijo conlleva a crear espacios para el compartir familiar, dedicar tiempo y trabajar activamente en conseguir el bienestar del otro, escucharse y abrazarse.
En algunos países de Europa, organizan actividades en las iglesias, parques y zonas de recreación dónde no está permitido entregar regalos ni gestos materiales, sólo el vínculo afectivo.
Asimismo la iglesia explica a sus creyentes que los sentimientos de amor, solidaridad, comprensión y ayuda mutua que se hacen posibles por medio del vínculo afectivo, no se dan por el simple hecho de convivir con alguien o de tener lazos sanguíneos con otra persona: se crea y construye en una forma progresiva, mediante acciones cotidianas y la plena disposición de las personas para construirlo.
La familia es la encargada de transmitir los valores positivos para vivir en sociedad, de poner los límites y las normas necesarias para inculcar el valor del esfuerzo, de las metas y sobre todo, la idea de que la familia estará ahí para ayudar a alcanzar metas.
Es fundamental en la vida de cualquier persona que los padres observen a sus hijos e identifiquen sus necesidades afectivas, fortalezcan sus lazos y avancen en defensa del concepto familiar.