Los sindicatos mantienen el pulso y aseguran que saldrán a protestar las veces que sea necesario contra la reforma a las pensiones que impulsa el gobierno de Emmanuel Macron.
Para los trabajadores es inaceptable aumentar la edad de jubilación y el tiempo de cotización para acceder a la pensión completa; para el Ejecutivo, ambas condiciones son «innegociables».
No es la primera y tampoco será la última. Ese ha sido uno de los mensajes clave de los trabajadores franceses en esta segunda jornada de paro nacional contra la reforma a las pensiones este 31 de enero.
El controvertido proyecto de ley del Gobierno de Emmanuel Macron lleva a miles de ciudadanos a las calles, quienes protestan contra varios puntos de la normativa, principalmente el aumento en la edad de jubilación, que pasará progresivamente de los 62 hasta los 64 años en 2030, y el aumento de 42 a 43 años de cotización para acceder a la pensión completa.
El energético, el de transportes y el educativo, entre otros, han sido los sectores más afectados por la huelga, que contempla unas 240 movilizaciones en diferentes regiones del país.
«Necesitamos ser escuchados. El Gobierno debió reflexionar cuando vio a la multitud que paró el 19 de enero. Va a pasar algo mayor el 31. El Ejecutivo necesita abandonar la reforma», aseguraba Fréderic Souillot, líder de la CGT, previo a la jornada.
La masiva primera jornada de huelga, el pasado 19 de enero, hizo que para este día 31 las autoridades desplegaran un operativo policial reforzado con hasta 11.000 agentes a lo largo y ancho del país, 4.000 de ellos solo en París.
El Gobierno teme que pequeños grupos radicales puedan protagonizar disturbios.
Caos en el transporte y los colegios
Solo un tercio de los trenes de alta velocidad, TGV, circulan este martes, al tiempo que se han suspendido dos tercios de las líneas de transporte en el área metropolitana de París, además del 90% de los trenes de cercanías.
Las autoridades del aeropuerto de Orly informaron que el 20% de sus vuelos, tanto de salida como de llegada, tuvieron que ser cancelados. A su vez, la aerolínea Air France eliminó el 10% de sus trayectos cortos, pero mantuvo todos los intercontinentales.
El SNES-FSU, el principal sindicato de profesores de secundaria, había anunciado una participación de alrededor del 55% de los maestros, que en muchos lugares fueron apoyados por sus estudiantes.
A las afueras de la escuela Turgot del centro de París, varios jóvenes portaron pancartas con mensajes como «apoyo a los trabajadores» o «somos jóvenes enojados».
Asimismo, una parte importante de las refinerías de petróleo y las emisoras públicas vieron sus servicios interrumpidos.
Jean-Luc Mélenchon: «Estamos viviendo una movilización histórica»
Una de las movilizaciones con mayor presencia desde la mañana fue la que se vivió en la ciudad de Marsella, en la que participó el líder de La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon.
Al inicio de la jornada, el político aseguró que «no es un día ordinario» y añadió que la gente sale a las calles para defender «su derecho a una existencia humana».
Mélenchon es uno de los principales opositores a la reforma del presidente Macron y ha resaltado que la situación desatada por el proyecto es «excepcional».
El líder izquierdista aseguró que el mandatario «perderá la batalla» en cuanto a esta iniciativa y celebró cómo los trabajadores y sindicatos se han organizado y han colaborado entre sí para poder frenar sus labores y participar en la jornada de huelga.
Nueva convocatoria de paro nacional
No había transcurrido ni la mitad de la jornada de este 31 de enero, cuando los sindicatos ya convocaron otra jornada de huelgas masivas para continuar presionando al Gobierno.
Los trabajadores de EDF, la empresa de electricidad de Francia, junto con los de otras compañías de la industria del gas, llamaron a protestar los días 6, 7 y 8 de febrero. Así lo confirmó Fabrice Coudour, secretario nacional del sindicato de Minas y Energía-CGT.
A su vez, los trabajadores ferroviarios convocaron una nueva protesta para el 7 y el 8 de febrero.
Màs del 60% de rechazo
Un sondeo publicado por el diario económico ‘Les Echos’ revela que el 61% de los franceses se opone a la reforma pensional. El rechazo ha sido tangible desde antes de que el proyecto fuera presentado, el pasado 10 de enero.
No obstante, el Ejecutivo ha sido enfático en que las dos condiciones que generan mayor oposición, el aumento en la edad y el incremento en el tiempo de cotización «no son negociables». Así lo reiteró la semana pasada la primera ministra Elisabeth Borne.
Según el Gobierno, la reforma no solo es importante sino necesaria para asegurar que se pueda mantener la solidez del sistema de pensiones a mediano y largo plazo.
Una comisión de la Asamblea General ya discute el proyecto de ley en medio de la férrea oposición de los partidos de izquierda y ultraderecha.