La guerra Rusia-Ucrania –que hoy cumple un año- representa un choque significativo para la economía y la política mundial, mientras que para la región de América Latina y el Caribe significa una desaceleración del crecimiento económico que puede llegar incluso a una crisis de seguridad alimentaria.
Así lo aseguran tanto voceros del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) como de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). Ambas instituciones coinciden en que el impacto directo en el comercio puede ser limitado pero las consecuencias indirectas probablemente sean muy relevantes, aunque heterogéneas dependiendo de los países.
“A corto plazo, los principales canales de transmisión de esta disrupción son el alza del precio de los alimentos y la energía, la contracción del crecimiento mundial, el aumento de la inflación y el posible efecto contagio en los mercados financieros”, dice el informe más reciente del BID (ENE2023).
Aunque destacan ambas instituciones que la desaceleración económica, el aumento de la inflación y la lenta recuperación de los mercados laborales -tres de los principales impactos de la guerra- tendrán un efecto en la región aumentando la pobreza y la inseguridad alimentaria por el aumento de los precios de la comida, también puede haber algunas oportunidades comerciales.
“Para mitigar las secuelas de la guerra en la economía y mejorar las perspectivas a largo plazo, los países de ALC deberían avanzar en una estrategia comercial con visión de futuro”, sentencia la Cepal.
Destaca que, aunque Rusia es uno de los principales exportadores de petróleo y gas del mundo, en América Latina hay también importantes productores de ambos rubros, entre ellos Venezuela, Brasil y Argentina
También que Rusia y Ucrania son dos de los mayores exportadores de productos agrícolas —principalmente el trigo— y la guerra, que puso un abrupto freno a la oferta, también impactó en los precios de estos commodities.
“En América Latina, Brasil y Argentina son también exportadores de importancia global de trigo, soja y maíz, y todos estos productos han experimentado vaivenes en sus precios”, recuerda la Cepal.
¿El enemigo de mi enemigo es mi amigo?
Aunque América Latina mantiene históricas relaciones con Estados Unidos, su contacto con Rusia ha crecido en las últimas décadas y se han registrado diferentes posturas sobre la invasión, refieren tanto la Cepal como el BID.
La mayoría de los países ha mantenido diferentes niveles de neutralidad ante el conflicto, negándose a aplicar sanciones a Rusia -como han hecho Estados Unidos y Europa- pero también a prestar apoyo a Moscú, o justificar su ataque a Ucrania.
De hecho, recientemente el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, reconoció recientemente que su país no le ha dado prioridad a América Latina y África pero que intentaría —en un próximo viaje a México— remediar esta situación.
«Lo que está en juego es la base del orden internacional», dijo a CNN.