Fue apagada por el develado del misterio, la alerta conspiranóica que comenzó la semana pasada cuando una vecina avisó sobre un objeto esférico que había aparecido en la orilla de la playa en Hamamatsu, Japón. Finalmente se supo que se trataba de una boya.
El también llamado “huevo de Godzilla” o “nave extraterrestre” levantó temores en las autoridades, no porque fuera un objeto intergaláctico sino que se tratara de una especie de vieja bomba. Los agentes usaron tecnología de rayos X para escanear su interior.
Tras descartar cualquier amenaza, se hicieron otros estudios intrusivos en la esfera de 1,5 metros de diámetro.
En redes sociales se presumió que era un ovni, un globo espía, una mina submarina o incluso una bomba. La primera sospecha fue que venía del océano, porque tenía percebes pegados a su superficie.
Tras varios días de investigación, Hiroyuki Yagi, de la Oficina de Gestión de Costas y Ríos de la prefectura de Hamamatsu, dijo al The New York Times que el objeto se trataba simplemente de una boya perdida.
La razón de la alarma fue que la bola apareció unos días después del avistamiento y derribo de los globos chinos que aparecieron en Estados Unidos, y con ellos toda una teoría de ovni.
Japón mismo expresó su preocupación por el avistamiento de globos en su espacio aéreo. Pekín negó todo tipo de acusaciones de espionaje.
De hecho, el ministro de Relaciones Exteriores de Japón, Hayashi Yoshimasa, y el principal funcionario de política exterior de China, Wang Yi, se reunieron el sábado pasado en la ciudad alemana de Múnich, y entablaron un diálogo serio al respecto.
Así que -por ahora- EEUU y China conversan sobre el tema y los aficionados a las historias de ovni tendrán que esperar otra señal para dar respuesta a la gran pregunta ¿Hay vida inteligente allá afuera?