El obispo de tres diócesis de la provincia de Caserta al sur de Italia, Monseñor Giacomo Cirulli, anunció la suspensión de la presencia de padrinos y madrinas en bautizos y confirmaciones durante tres años consecutivos.
Cirulli, obispo de Teano-Calvi, Alife-Caiazzo y Sessa Aurunca, promulgará el próximo 20 de marzo el decreto oficial que estipula la medida.
Sin embargo, la propuesta entrará en curso a partir del 9 de abril, día en que la religión cristiana celebrará el domingo de resurrección.
A través de una publicación en la cuenta oficial de Facebook de Alife-Caiazzo, se dio a conocer el motivo de este nuevo decreto, el cual demuestra que tan reducido ha quedado el papel de los padrinos en la actualidad.
“En el contexto socio-eclesial actual, el oficio de padrinos y madrinas ha perdido, en gran medida, su valor original. La misión ligada a estas figuras, en efecto, consiste en acompañar a los catecúmenos a los que van a ser confirmados a lo largo de todo el camino de fe y no sólo en el momento de la celebración del Sacramento”, se lee en la nota publicada por la sede eclesiástica.
Esta suspensión no pretende erradicar el valor de estas figuras, al contrario, es una prueba puesta por el Obispo para recuperar la misión y reconocimiento de los padrinos.
Cirulli aclaró que quedará a decisión de los párrocos entregar o no la autorización para la celebración de los sacramentos del bautizo y la confirmación. Pero el certificado de idoneidad sólo será expedido a aquellos que desempeñen el papel de padrino o madrina en lugares donde está figura no esté suspendida.
No es la primera vez
En 2017, Gianfranco Todisco, ya había decretado esta medida por un motivo distinto que Cirulli.
El monseñor italiano aseguró en su momento que la medida fue decretada porque no había responsabilidad por parte de los padrinos a la hora de transmitir la fe a sus ahijados.
En febrero de 2023, Corrado Lorefice, el arzobispo de Palermo, adoptó este proyecto que entrará en vigencia el próximo 10 de julio, con una duración similar de tres años. “Ha perdido su sentido original de acompañamiento en la vida cristiana de los bautizados y confirmados, quedando reducido a un mero ‘adorno coreográfico’ en una ceremonia religiosa”, señaló el monseñor.