Reina de belleza, presentadora, cantante y actriz, todas las casillas están marcadas por la atractiva colombiana, Margarita Rosa de Francisco, quien, con sus ojos azules, su quijada definida, sus cejas pobladas y su tonificada figura saltó a la fama cuando apenas era una preadolescente.
La actriz de ‘’Café con Aroma a Mujer’’, sorprendió a sus seguidores cuando publicó un video en su única red social, Tik Tok, en el que mostraba sus canas y arrugas de cerca mientras contó su decisión de alejarse del bótox, dejando entrar a su vida lo que ahora llamó ‘’el espectáculo de su propio envejecimiento’’.
‘’Yo en este momento tengo 57 años y el espectáculo de mi propio envejecimiento es algo que no me quiero perder, no quiero ponerme mas bótox ni rellenos. Quiero ver cómo es el proceso de mi envejecimiento’’, explicó la actriz durante el video.
De Francisco no tuvo pelos en la lengua a la hora de anunciar su decisión. Además, señaló que cuando llegó a los 40 llegó a sufrir la crisis por la vejez, razón por la cual optó por los procedimientos estéticos a los que ahora les dirá adiós.
‘’Empezó a preocuparme que se me marcaban las arrugas y no tanto en el cuerpo, pero sí en la cara, y alcancé a caer en las soluciones de emergencia. Me puse bótox en todas partes, me puse relleno en los labios también, porque esa es otra cosa de la vejez, que se empiezan a adelgazar los labios, como a meterse para adentro. He azotado mucho mi cuerpo por muchos años y digamos que sólo un cuerpo joven aguanta tanto abuso y ya grande, pues no lo puedo hacer’’, explicó la cantante durante una entrevista.
A su vez, alegó que durante años logró aceptar que las marcas, sinónimo del tiempo, eran inevitables e incluso, comentó que se quitó un peso de encima al dejar de ser un ‘’símbolo de belleza y sensualidad’’ en Colombia.
‘’Me siento aliviada de no tener el deber de ser bella, ni de ser joven, ni de ser sexy, ni apetitosa’’, enfatizó mientras se refería a la época en la que se sentía presionada por los altos estándares de belleza a los que era sometida, al punto de considerarse un producto.