Debido a los efectos del calentamiento global, un grupo de científicos realizaron diversas investigaciones de un virus que estuvo enterrado por 48.500 años bajo una capa de hielo en el Ártico, y que podría poner en peligro la salud de los humanos.
La investigación señala que este virus “zombie” descubierto en el permafrost, una capa del suelo que estaba cubierta por grandes cantidades de hielo, tiene propiedades infecciosas.
Así lo dio a conocer el líder del proyecto, Jean-Michel Claverie, profesor emérito de la Universidad de Aix-Marsella, Francia, quien informó que lograron descubrir cinco nuevas familias de virus.
Claverie destacó que el virus más antiguo descubierto tiene una data de 48.500 años de antigüedad y fue hallado en un lago subterráneo de 16 metros de profundidad en Siberia.
Otras muestras más jóvenes de 27.000 años de edad, las tomaron de un estómago y la capa de un mamut. Durante la pesquisa en el Ártico se encontraron partículas y bacterias que pudieron haber provocado pandemias hace miles de años y/o enfermedades respiratorias.
«Vemos los rastros de muchos, muchos, muchos otros virus. Entonces sabemos que están allí. No estamos seguros de que todavía estén vivos. Pero nuestro razonamiento es que, si los virus de la ameba siguen vivos, no hay ninguna razón por la cual otros virus no deberían ser y no deberían poder infectar a sus propios huéspedes”, puntualizó Claverie en declaraciones a CNN.
Hasta los momentos, los investigadores realizan un muestreo de estos virus en locaciones de alta seguridad, para evitar una posible mutación del virus y que la misma represente una inminente amenaza.
Un llamado de alerta
A medida que la región del Ártico se enfrenta a los embates del calentamiento global, el deshielo del permafrost puede representar una amenaza real para la humanidad. En el 2016, una epidemia afectó a cientos de humanos y a más de 2.000 renos en Siberia a raíz de la descongelación del suelo.
“Están sucediendo muchas cosas con el permafrost que preocupan, y esto demuestra por qué es muy importante que mantengamos la mayor cantidad posible de permafrost congelado”, señaló Kimberley Miner, científica climática del Laboratorio de Propulsión de Reacción de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA).
El permafrost cubre una quinta parte del hemisferio norte y ha ayudado al desarrollo de la tundra ártica y los bosques boreales de Alaska, Canadá y Rusia durante milenios.
Ha servido como una cápsula del tiempo que además de conservar virus de hace siglos, ha guardado los restos momificados de varios animales extintos, que han sido objeto de diversos estudios por los especialistas.
La razón por la que el permafrost es un buen medio de conservación no solo se debe al frío; también entran factores como la poca presencia de oxígeno y a la escasa luminosidad que entra en esos ecosistemas.
Sin embargo, un reciente estudio del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) señala que el permafrost podría perder casi el 40% de su superficie a fines del siglo XXI, si no hay una política efectiva que frene el calentamiento global. Sin embargo, el daño ya parece irreversible.
Según el escenario más optimista del IPCC, el permafrost podría perder casi el 40% de su superficie a fines del siglo XXI, indica Cultura de Francia.