Geovanny Vicente-Romero profesor en la Universidad de Columbia destacó las claves de la guerra contra el terrorismo cuando “el mundo apenas se recuperaba del impacto emocional del derrumbe de las Torres Gemelas de Nueva York y Bush ya había logrado autorización para usar la fuerza militar en Afganistán”.
El docente explicó en CNN que la presunta producción y posesión de armas de destrucción masiva crearon un “enemigo público número uno” doméstico e internacional de los Estados Unidos: Al-Qaeda (y/o Osama bin Laden). Como sabemos ahora, las armas nunca existieron.
También en esta “guerra total” EEUU no sólo derrocó al presidente de Irak, Sadam Husein, sino que lo capturó, enjuició y ahorcó.
A continuación siete claves de La Guerra contra el Terrorismo:
1 – Supremacía tras la Guerra Fría: Estados Unidos emergió de la Guerra Fría como la única súperpotencia mundial, trastocando el balance de poder y las fricciones naturales en dos polos y sustituyéndola por un esquema hegemónico o dominante. Esta nueva realidad trajo consigo cierta aura de infalibilidad y un falso sentido de invencibilidad.
2 – El ataque del 11S: Estados Unidos no había experimentado un atentado de envergadura fraguado internacionalmente desde el ataque japonés a Pearl Harbor. El ataque en el corazón de Nueva York, en términos prácticos, como simbólicos, no tuvo precedente. El hecho impuso una nueva realidad y una perspectiva en la política nacional e internacional del Gobierno de Estados Unidos.
3 – Vulnerabilidad: La crudeza de los métodos utilizados y su incesante cobertura por los medios de comunicación masivos, alteró súbitamente la percepción pública de que esta nueva posición global dominante era invulnerable. Esta fragilidad modificó fundamentalmente la psiquis nacional, abriendo la puerta a la idea de que la seguridad individual y colectiva requiere métodos más intrusivos, aunque vulneren las libertades civiles fundamentales.
4 – El caso Iraq: La respuesta al 11S serviría tanto de ejemplo, como de base, para una nueva política internacional enfocada en “la lucha entre el bien y el mal”. Bajo este enfoque, no es suficiente lograr un balance que mantenga una paz relativa, sino que hay que desarticular al enemigo.
5 – Una advertencia al mundo: Distinto al pasado, la estrategia de EEUU no se limitó a lo necesario para lograr una mera victoria militar, sino que, desde su conceptualización, incorporó la intención expresa de enviar un mensaje mundial sobre la potencia militar de la nación. Una demostración de fuerza que entendían serviría de disuasivo a cualquier posible ofensor futuro.
6 – No habían armas químicas: La ausencia de armas químicas o de destrucción masiva en Iraq (fundamentos presentados ante la ONU en respaldo de la invasión) fraccionó el apoyo hasta entonces abrumadoramente en favor de la respuesta de la administración a los ataques del 11 de septiembre. En el camino quedó también la credibilidad y las aspiraciones futuras de personas como el Secretario de Estado y General Colin Powell, quien gozaba de alta estima en la nación y que contaba con un récord público intachable.
7 – Salida y precedente: Casi dos décadas después, queda demostrado que una victoria militar inmediata no necesariamente mejora las posibilidades de estabilización posterior. La reconstrucción prometida y la creación de una nueva nación democrática en Medio Oriente no se produjo. Cuatro presidentes iraquíes han pasado con variables niveles de estabilidad, sumado a una Autoridad Provisional De la Coalición que estuvo en lugar por menos de dos años.