Psiconeuroinmunología: la ciencia de sanar con tus propios pensamientos

Cuando su hija y la familia de ella se fueron del país, Ernesto ya tenía una pequeña pelotita en la cabeza, entre la piel y el cráneo. Insistía en que se trataba de un quiste sebáceo, o al menos eso decía cuando la gente le preguntaba qué le pasaba. “Ya habrá tiempo de tratarlo” se repetía, como quien se quiere convencer de algo.

El día que su nieto y su hija le dijeron adiós fue desgarrador, pero silencioso. Varios de los familiares lloraron la partida con la claridad de que no lo volverían a ver en un largo rato, pero Ernesto no lloró. Tenía demasiados años y demasiados prejuicios para eso.

El tiempo pasó y a los pocos meses la pelotita en la piel era difícil de ignorar. Decidió operarse y dos semanas después de haber mandado la muestra a estudios patológicos, el resultado reveló que se trataba de un linfoma no hodgkin, un cáncer que comienza en los glóbulos blancos, parte del sistema inmunitario del cuerpo.

Todos se sorprendieron menos Ernesto, un médico experimentado que sabía que había estado metiendo el polvo bajo la alfombra, y que en secreto había hablado con el cirujano sobre el tumor que removieron de su piel.

Aterrorizado por el olor de la muerte, el doctor decidió seguir todas las instrucciones de sus colegas, al tiempo que buscaba respuestas sobre su enfermedad en casi todo lo que se atravesaba en su camino, hasta que descubrió la psiconeuroinmunología… ¡Eureka! todo tenía sentido, pero sobre todo, solución.

Psiconeuroinmunología: la interacciones entre los sistemas

Desde el punto de vista estricto, la psiconeuroinmunología, también llamada psiconeuroendocrinoinmunología es una “disciplina que se encarga de estudiar las interacciones entre el sistema inmunitario, la conducta, el sistema nervioso central y el sistema endocrino”, como resalta la revista científica española Elsevier.

Marianela Castés Boscán, química, inmunóloga y autora de libros como “Psiconeuroinmunología: Inmunoalfabetízate y toma el control de tu salud”, señala que esto se podría traducir en que la manera en la que se vive, lo que se piensa y las acciones, pueden determinar la salud de cada organismo.

“Los estudios sobre el efecto del estrés sobre el sistema inmune han permitido el conocimiento de la compleja interacción entre los sistemas nervioso, endocrino e inmunológico. Un evento estresante de orden físico, ambiental o emocional induce una respuesta fisiológica alterada” dice en una entrevista publicada en la web Planeta Vital.

La investigadora expone que “básicamente los altos niveles de ACTH y cortisol” que se incrementan en momentos de estrés, tienden a “afectar la funcionalidad del sistema inmune o incluso crear la percepción en el individuo de ver menoscabada su capacidad de afrontar ese evento; así como, potenciar la vulnerabilidad a una serie de enfermedades de alto riesgo, tales como cáncer, enfermedades autoinmunes y diversas alteraciones endocrinas”.

“No nos enferma el estómago o el riñón de forma aislada, sino todo nuestro cuerpo e incluso todo nuestro entorno. Podemos tener un conflicto laboral con nuestro jefe o un problema de relación con nuestro marido, que nos produce estrés, frustración y ansiedad. Esto modifica el funcionamiento del sistema nervioso, altera las secreciones de hormonas, de adrenalina, disminuye la serotonina… Como resultado se puede producir insomnio, dolor de cabeza, dolor de estómago, una úlcera o crisis de migrañas” explica el especialista López Heras en su página web.

Allí subraya que, tomando en cuenta esto, si el médico se centra solamente en el dolor de cabeza y aplica un analgésico, o en la úlcera con un omeprazol, solo está atacando los síntomas, pero no la causa, por lo que el cuerpo seguirá en desequilibrio y enfermo.

Para Ernesto este descubrimiento fue fundamental. No solo para entender como lo que posiblemente pudo haber sido un tumor benigno, se transformó en un linfoma, sino para ver claramente la posibilidad de revertir el proceso.

Los médicos recomendaron en primera instancia radioterapia y otras drogas que estaba dispuesto a tomar, con su convicción de médico tradicional intacta, pero mientras esperaba para comenzar el tratamiento, empezó a aplicar técnicas y un cambio radical de vida, para atacar su causa y no sus síntomas.

Acciones para mejorar la salud en la psiconeuroinmunología

Los expertos coinciden en que la psiconeuroinmunología es un ciencia muy amplia que incluye diferentes especialidades médicas, como neurociencias, inmunología, fisiología, farmacología, psiquiatría, psicología, ciencias de la conducta, reumatología y enfermedades infecciosas.

Para la científica Castés, entrevistada en varios medios, la importancia de estas conexiones radica en que muchas enfermedades se pueden evitar al mantener un equilibrio en la vida y aprender a manejar las emociones, e incluso se pueden superar con este mismo principio.

Propone para ello una técnica que denomina “imaginación guiada”, en la que la imaginación “es utilizada como herramienta para estimular el sistema inmune a que cumpla su función de defensa contra agentes o componentes extraños al organismo”.

Detalla que esta acción se fundamenta en el hecho de que el cerebro no distingue entre la realidad y lo que no lo es, por lo que, “acompañada de un proceso de relajación, forman la dupla perfecta para luchar contra los agresores externos o internos”, debido a que “la mente puede ser parte del origen de las dolencias que padecemos” dice.

Federica Manrique, docente y fiel seguidora de la psiconeuroinmunología, comenzó desde hace un tiempo a aplicar esta técnica, debido a su diagnóstico de esclerosis múltiple, que si bien no ha logrado superar, si ha detenido su evolución.

“Estoy convencida de que esto se desarrolló en mí por un evento traumático de mi vida, y ahora a través de la imaginación siento que todo ha mejorado… Por ejemplo, yo camino normalmente con dificultad, porque es uno de los síntomas de la enfermedad, entonces generalmente me imagino que voy en bicicleta porque es una de las cosas que no puedo hacer… por ahora” comentó la mujer.

El caso de Ernesto fue similar, antes de que le dieran el resultado de la biopsia y durante la espera para comenzar radioterapia, comenzó con meditación todas las mañanas, en las que se enfocaba en reprogramar sus pensamientos para sanar su cuerpo, medida que además acompañó con una dieta basada en productos orgánicos, eliminación de las carnes rojas, azúcares y productos procesados, que complementaba con ejercicio regular.

Al cabo de un tiempo, cuando debieron hacer los estudios para iniciar radioterapia, los médicos descubrieron que el panorama era mucho más alentador y que no sería necesario un tratamiento invasivo, solo el chequeo mensual con profesionales para evaluar su situación, y evitar que el cáncer volviera.

En relación al tema, Marianela Castés va más allá, y asegura que incluso la genética se puede modificar con la guía adecuada, lo que significa que no se está condenado a las enfermedades “heredadas”. A esto se le llama epigenética.

El portal web cancer.gov señala que la epigenética es la ciencia que estudia “los cambios que activan o inactivan los genes sin cambiar la secuencia del ADN, a causa de la edad y la exposición a factores ambientales (alimentación, ejercicio, medicamentos y sustancias químicas). Estos cambios modifican el riesgo de enfermedades y a veces pasan de padres a hijos”.

Esto supone que “los factores de la psique van a influir directamente sobre el sistema inmunológico, y al sistema inmunológico no le gusta la victimización para nada, pero cómo yo actúo ante eso hace la diferencia, si yo tengo como norte que mi salud depende de como yo actúe, entiendo que mis genomas son mi responsabilidad, y mi sistema inmunológico es mi responsabilidad” dice Castés.

Durante una entrevista publicada en youtube, después de una larga explicación asegura que hay mucho que descubrir en el área, pero insiste en que los avances de la psiconeuroinmunología deben darse a conocer por el mundo, por el impacto que representan para la medicina.

“La pregunta es ¿Somos capaces de crear nuestra propia realidad? hoy digo un sí rotundo, creamos nuestra propia realidad, la realidad es lo que tu le creas, el cerebro es lo que tu piensas, esa es la realidad del cerebro, Candice Pierce, ella cambió el curso de la neurociencia, y descubrió que podemos entrar en la conversación interna del organismo y cambiarlo” concluyó.

Ernesto lo sabe. Hoy en su cabeza solo queda una gran cicatriz que es el recordatorio de lo que vivió, pero que también le remarca que aunque el dolor es inevitable, manejarlo con madurez puede salvarte la vida.

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