El Papa Francisco regresó a la vista pública este sábado, al presidir la misa de Vigilia Pascual en La Basílica de San Pedro, un día después de que el frío en Roma fuera de temporada, convenciera al recién enfermo pontífice de saltarse la procesión nocturna del Viernes Santo en el Coliseo.
El servicio de la basílica vespertina comenzó en la oscuridad. Luego, el interior cavernoso de la basílica fue repentinamente bañado de luz, reflejando las creencias cristianas de que Jesús resucitó de su muerte por crucifixión y de que la bondad puede triunfar sobre el mal.
El papa de 86 años se está recuperando de la bronquitis por la que fue hospitalizado el 29 de marzo durante tres días. El domingo, se espera que decenas de miles de fieles se unan al Papa en la Plaza de San Pedro para la Misa de Pascua al final de la Semana Santa.
“A veces, podemos simplemente sentirnos cansados de nuestra rutina diaria, cansados de tomar riesgos en un mundo frío y duro donde solo los inteligentes y los fuertes parecen salir adelante”, dijo Francisco. “En otras ocasiones, podemos sentirnos indefensos y desanimados ante el poder del mal’’ resaltó.
El pontífice citó otras fuentes de desaliento: «las actitudes de cálculo e indiferencia que parecen prevalecer en la sociedad, el cáncer de la corrupción, la propagación de la injusticia, los vientos helados de la guerra«.
Pero la Pascua “nos motiva a seguir adelante, a dejar atrás nuestro sentido de derrota, a quitar la piedra de las tumbas en las que a menudo encarcelamos nuestra esperanza”, dijo Francisco.
«El poder de la Pascua, hermanos y hermanas, los convoca a quitar toda piedra de decepción y desconfianza«, subrayó el papa.
Su resistencia pareció mantenerse durante la vigilia, que duró más de dos horas, aunque Francisco a veces tosió o se aclaró la garganta.
Al comienzo de la vigilia pascual, Francisco, que llegó en una silla de ruedas que utiliza para hacer frente al dolor de rodilla, hizo una cruz en la cera de una vela alta, la primera y última letra del alfabeto griego y los números de este año.
Entonces la vela encendida fue llevada por un clérigo por el pasillo central de la basílica, pasando por unos 8.000 fieles. Decenas de cardenales y otros prelados siguieron, cada uno llevando una vela más pequeña y encendida.
“La Iglesia llama a sus hijos e hijas, esparcidos por todo el mundo, a reunirse para observar y orar”, dijo Francisco al comenzar el servicio. Más tarde, las campanas de la basílica sonaron, resonando en la noche.
La misa de la basílica durante la vigilia del día más importante del cristianismo se ha convertido en una ocasión para que los pontífices bauticen a varios adultos de todo el mundo. Seleccionados para ser bautizados en la vigilia de este año fueron ocho creyentes, de Albania, Estados Unidos, Nigeria, Italia y Venezuela.
Uno por uno, se acercaron al Papa y le dijeron que querían ser bautizados. Luego se inclinaron sobre una cuenca para que Francisco pudiera verter agua sobre sus cabezas como parte del ritual sacramental, dándoles la bienvenida formal a la Iglesia Católica.
Fuente: AP
