El gobierno de Alemania cerró sus últimas tres plantas de energía nuclear: Isar 2, Emsland y Neckarwestheim 2 fueron desconectadas, y la empresa de energía RWE dijo en un comunicado que es «el final de una era».
“La medida no sorprendió, pues había estado programada para finales de 2022. Sin embargo, la guerra en Ucrania obligó a su postergación y la interrupción del suministro del gas ruso a Alemania despertó los temores de una emergencia energética”, recuerda un reportaje de la BBC.
Aunque para los activistas contra la energía atómica se trata de una victoria en una batalla que se extendió 60 años, no todos en Alemania están contentos con la decisión.
Para analistas y políticos conservadores, el país es esclavo del dogma del Partido Verde, que desecha la energía nuclear doméstica en un momento en que el corte de la energía rusa significa un aumento de los precios.
Acusan al gobierno de aumentar la dependencia de los combustibles fósiles en lugar de utilizar la energía nuclear, que causa menos emisiones.
«Es un día negro para la protección del clima en Alemania», dijo Jens Spahn, diputado conservador del partido Unión Demócrata Cristiana (CDU, por sus siglas en alemán), a inicios de la semana.
Los partidarios del movimiento verde y de la izquierda, por su parte, argumentan que es ilógico aferrarse a la energía nuclear, que es más cara que la eólica o la solar.
En la actualidad, Alemania obtiene casi la mitad de su electricidad de energías renovables (el 44% en 2022, según la Oficina Federal de Estadística) y solo el 6% de la energía atómica.
El sábado hubo una movilización en Berlín contra el cierre de las tres centrales nucleares.
El ministro de economía verde, Robert Habeck, cree que el 80% de la electricidad de Alemania será renovable para 2030 y ha impulsado leyes para que sea más rápido y fácil construir parques solares y eólicos.
Pero durante el último año, la proporción de energías renovables se estancó mientras que las emisiones de CO2 aumentaron, ya que Alemania se vio obligada a importar gas natural licuado y usar más carbón en lugar del gas ruso.
En un artículo publicado en la edición del viernes del periódico Der Tagesspiegel, la ministra de Medio Ambiente y miembro del Partido Verde, Steffi Lemke, escribió que Alemania estaba abandonando la energía nuclear porque nunca se pueden descartar accidentes catastróficos, «ya sea por un error humano como Chernobyl, desastres naturales como Fukushima… o ataques, como sufre Ucrania a causa de la guerra de Rusia».
En su opinión, Alemania no necesita la energía nuclear porque las energías renovables son más seguras, más sostenibles, mejores para el clima y tienen más sentido económico.
Según la encuesta ARD-DeutschlandTrend de esta semana, el 59% de los alemanes está en contra de abandonar la energía atómica y solo el 34 % está a favor.
Esta semana, Christian Lindner, ministro de Finanzas y líder del partido liberal Partido Democrático Libre (FDP), que forma parte de la coalición de gobierno del canciller Olaf Scholz, volvió a rebelarse contra la línea oficial del gobierno y pidió que las tres centrales se mantuvieran activas en reserva.
En octubre del año pasado, la cadena pública alemana ARD entrevistó a Greta Thunberg y al preguntarle si sería mejor para el planeta que Alemania mantuviera en funcionamiento las tres centrales nucleares que le quedaban, la activista climática respondió:
«Si ya las tenemos en funcionamiento, creo que es un error cerrarlas para centrarnos en el carbón».