Un nuevo sistema de inteligencia artificial llamado decodificador semántico puede traducir la actividad cerebral de una persona, mientras escucha una historia o imagina en silencio que cuenta una historia, en un flujo continuo de texto.
El sistema desarrollado por investigadores de la Universidad de Texas en Austin, EEUU, podría ayudar a las personas mentalmente conscientes pero que no pueden hablar físicamente, como las debilitadas por derrames cerebrales, a comunicarse de manera inteligible nuevamente.
El estudio, publicado en la revista Nature Neuroscience, fue dirigido por Jerry Tang, estudiante de doctorado en ciencias de la computación, y Alex Huth, profesor asistente de neurociencia y ciencias de la computación en UT Austin.
El trabajo se basa en parte en un modelo de transformador, similar a los que impulsan ChatGPT de Open AI y Bard de Google.
A diferencia de otros sistemas de decodificación de idiomas en desarrollo, este sistema no requiere que los sujetos tengan implantes quirúrgicos, lo que hace que el proceso no sea invasivo.
Los participantes necesitan usar solo palabras de una lista prescrita. La actividad cerebral se mide usando un escáner fMRI después de un extenso entrenamiento del decodificador, en el cual el individuo escucha horas de podcasts en el escáner. Más tarde, siempre que el participante esté abierto a que se decodifiquen sus pensamientos, escuchar una nueva historia o imaginarse contando una historia le permite a la máquina generar el texto correspondiente sólo a partir de la actividad cerebral.
El resultado no es una transcripción palabra por palabra. En cambio, los investigadores lo diseñaron para capturar la esencia de lo que se dice o piensa, aunque de manera imperfecta.
Aproximadamente la mitad de las veces, cuando el decodificador ha sido entrenado para monitorear la actividad cerebral de un participante, la máquina produce un texto que se asemeja mucho (ya veces con precisión) a los significados previstos de las palabras originales.
Por ejemplo, en los experimentos, los pensamientos de un participante que escuchaba a un orador decir: «Todavía no tengo mi licencia de conducir» se traducían como: «Ella ni siquiera ha comenzado a aprender a conducir todavía». Al escuchar las palabras, “No sabía si gritar, llorar o salir corriendo. En vez de eso, dije: ‘¡Déjame en paz!’”, se decodificó como: “Empecé a gritar y llorar, y luego ella simplemente dijo: ‘Te dije que me dejaras en paz’”.
El documento describe cómo la decodificación funcionó sólo con participantes cooperativos que habían participado voluntariamente en el entrenamiento del decodificador. Los resultados para las personas en las que no se había entrenado el decodificador eran ininteligibles y si los participantes en los que se había entrenado el decodificador se resistían más tarde, por ejemplo, al pensar en otros pensamientos, los resultados eran igualmente inutilizables.