Uruguay se consagró campeón del Mundial Sub-20 por primera vez en su historia al vencer a Italia por 1-0 en la final disputada en Argentina, país sede de los campeones mundiales en categoría absoluta.
El gol de la victoria llegó a los 86 minutos de la mano de Luciano Rodríguez, desatando la euforia de los fanáticos uruguayos que llenaron el estadio Diego Armando Maradona de La Plata, a unos 60 kilómetros de Buenos Aires.
En su tercera final, La Celeste finalmente logró alzarse con el título, después de haber caído en las ediciones de 1997 y 2013 frente a Argentina y Francia, respectivamente. Por su parte, Italia deberá seguir esperando para conseguir su primer título en esta competencia.
Desde el inicio del partido, Uruguay demostró una mayor presión y dominio del juego, dejando en claro que el duelo sería intenso y apoyado por el aliento apasionado de los fanáticos celestes que transformaron el estadio en una caldera.
Los dirigidos por Carmine Nunziata tomaron nota de esto y apostaron por un juego más pausado, buscando bajar la pelota y controlar el ritmo del partido. Uruguay intentó romper esta estrategia con su poderoso ataque, liderado por Anderson Duarte, quien se había destacado en todos los enfrentamientos previos, respaldado por un sólido mediocampo liderado por el capitán Fabricio Díaz.
Aunque el mediocampista Cesare Casadei, estrella destacada del equipo italiano, intentó generar peligro junto a Tommaso Baldazani, la falta de conexión entre ellos favoreció a Uruguay, que al finalizar el primer tiempo tenía la sensación de haber jugado a un nivel superior al de su rival.
Los equipos tenían 45 minutos por delante para levantar la Copa del Mundo Sub-20 y exhibirla junto a los seis títulos mundiales absolutos que poseen en sus vitrinas (4 de Italia y 2 de Uruguay).
El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, estuvo presente en el estadio siguiendo el partido, en un Mundial que originalmente estaba programado en Indonesia antes de que la sede fuera cambiada a Argentina.
Insatisfecho con el rendimiento de su equipo, el entrenador italiano realizó cambios rápidos en el ataque con la esperanza de inyectar energía y mejorar la parte ofensiva.
Por su parte, el entrenador uruguayo Marcelo Broli buscó soluciones en el banquillo, reemplazando a Duarte por Andrés Ferrari a falta de media hora para el final.
Con Uruguay apurado y sin ideas, e Italia sin generar peligro, el partido cayó en la monotonía de una final con pocas emociones en el área. Hasta que llegó el gol de Uruguay a través de un juego aéreo, siguiendo la tradición futbolística del país.
Un tiro de esquina, una marca desatendida por parte de Italia y un cabezazo de Rodríguez sellaron el 1-0, después de la revisión del VAR y la validación del gol minutos más tarde, desatando la locura en las gradas.
El silbato final del árbitro desató la celebración del equipo uruguayo en el campo y en las gradas, donde los aficionados volvieron a festejar un título doce años después de haber gritado campeones con la selección absoluta en la Copa América de Argentina 2011.
Italia, por su parte, quedó resignada a terminar el torneo con la esperanza de ser la generación que devolverá la gloria al país, después de años de fracasos y con la confirmación de que Cesare Casadei, elegido Balón de Oro del torneo, es una estrella en ascenso en el combinado europeo.
Siguiendo los pasos de leyendas como Diego Forlán, Luis Suárez y Edinson Cavani, los jóvenes dirigidos por Broli han vuelto a poner a Uruguay en los titulares, siguiendo la estela de una generación que despertó la mística celeste con el cuarto lugar en el Mundial de Sudáfrica 2010 y la Copa América en Argentina.
Con apenas 3,5 millones de habitantes, Uruguay vuelve a brillar en el fútbol internacional, donde ha sido protagonista destacado como el máximo ganador de la Copa América con 15 títulos, junto a Argentina, y con sus dos títulos mundiales absolutos, además de las dos medallas de oro obtenidas en los Juegos Olímpicos. Ahora, suman el histórico triunfo en el Mundial Sub-20.
Con información de AFP