«Si en Barbieland hubiera psicólogos, habrían diagnosticado a la protagonista con atelofobia, un trastorno derivado del miedo a no estar a la altura y que genera la sensación de ser un fraude», sentenció Vogue en su versión web.
Explica la revista que «la película más esperada del año» nos trae, además de risas, una potente reflexión que nos invita a bajar las expectativas con nosotros mismos. Hay que recordar que especialmente desde la aparición de las redes sociales estamos expuestos a vidas “perfectas”, con las que no dejamos de compararnos.
Por eso la apuesta de la película es sacar a Barbie del lugar donde siempre estuvo: acusada de perpetuar los roles de género estereotipado, de estar al servicio de los cánones de belleza imperantes y de atentar en contra de la diversidad y la inclusión, a pesar de intentan ocultarlo haciendo varias versiones de la muñeca.
Valeria Fiorenza Perris, psicóloga de Buencoco, explicó que tanto la atelofobia, como el Síndrome de la Impostora –con el cual guarda similitudes–, tienen que ver con la autoestima y la autoexigencia, de ahí que afecte a más mujeres que hombres y que lleve a pensar en todas esas veces en las que se les ha exigido a las mujeres, ser unas Barbies.
“Es posible que las personas que han crecido en familias muy exigentes tiendan a sentir que no están a la altura. Esto puede moldear nuestra autoestima, autoconcepto y la imagen que tenemos de nosotros mismos, llegando a asociar el amor y la aprobación, con el rendimiento y el cumplimiento de expectativas elevadas. Al final se genera una búsqueda constante de la perfección, así como el cumplimiento de estándares rígidos y poco realistas para sentirse valiosos o aceptados”, explica Perris.
Las consecuencias de la atelofobia no deben ser tomadas a la ligera, ya que incluyen un constante miedo a defraudar a los demás, al juicio externo, la comparación tóxica con los otros y sentimientos de inferioridad, además de cuadros de depresión y ansiedad, explican desde Buencoco.
“El temor a no estar a la altura debe ser comprendido y afrontado a través de un mayor autoconocimiento. En la raíz de este miedo se encuentra la falta de reconocimiento de nuestras propias capacidades, una imagen personal negativa que ha sido construida y solidificada a lo largo del tiempo, posiblemente alimentada también por señales y mensajes percibidos en el entorno, que han sido y continúan siendo validados, generando inseguridad”, afirman los expertos.
