El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, instó este lunes a los tres grandes fabricantes de automóviles del país, General Motors, Ford y Chrysler Stellantis, por un lado, y al principal sindicato del sector, por otro, a llegar a un acuerdo «justo» para evitar una huelga.
En un comunicado, Biden subrayó que, a un mes de que expire el contrato entre las tres compañías y el sindicato United Auto Workers (UAW), quiere dejar «claro» que ambas partes deben trabajar juntas para forjar un pacto.
El mandatario explicó que la transición hacia una economía de energía limpia debería suponer beneficios para todos.
«Debería permitir a los trabajadores obtener buenos salarios y prestaciones para apoyar a sus familias, al tiempo que nos lleven a un futuro en el que EE.UU. lidere el camino en la reducción de las emisiones de vehículos produciendo autos que compitan de forma exitosa a nivel nacional y global», destacó el mandatario.
Biden consideró que las empresas deberían aprovechar este proceso para garantizar que sus trabajadores se impliquen en esta nueva fase, ofreciendo buenos sueldos y que tengan voz en lo que respecta al futuro de sus lugares de trabajo.
El mandatario agregó que la transición a la energía limpia debe ser justa, lo que significa que los fabricantes se aseguren que sus empleados puedan mantener a sus familias y garantizarles el derecho a organizarse, además de tomar las medidas necesarias para evitar cierres «dolorosos» de plantas.
Agregó que UAW ha ayudado a «crear la clase media estadounidense» y que «se merece» un acuerdo con los fabricantes que sostenga a la clase media en la transición hacia nuevas tecnologías.
Según medios de comunicación estadounidenses, el sindicato quiere un aumento del 40% en los salarios a lo largo del contrato de cuatro años y una serie de prestaciones adicionales para los 146.000 trabajadores de Ford, General Motors y Stellantis, cuya última oferta fue rechazada por UAW la semana pasada.
En su primer mitin de campaña, de cara a la reelección en 2024, Biden pidió en junio pasado el apoyo de los sindicatos y presumió de ser el «presidente más prosindicatos de la historia de EEUU».
El mandatario afirmó en aquel entonces que son los trabajadores y la clase media quienes construyen Estados Unidos, y no los empresarios de Wall Street.