Hoy se cumplen dos años desde que el Emirato Islámico de los talibanes regresó al poder en Kabul. Bajo el liderazgo del Príncipe de los Creyentes, Haibatulá Ajundzadá, el país vive a la sombra de un gobierno de facto que ha afectado negativamente casi todas las áreas sociales.
«Se suponía que el aislamiento internacional sumiría al país en una catástrofe, lo cual ciertamente ha ocurrido para la población, pero los talibanes han resistido», asegura Jesús A. Núñez, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), citado por RTVE de España.
El dominio talibán se ha mantenido gracias a su aparato represivo. «Han sido muy pragmáticos mientras imponen su dictado con un fuerte sesgo ideológico», añade. Su capacidad opresiva ha sido fundamental para someter a la población, en especial a las mujeres y las niñas.
«Afganistán pende de un hilo debido a la colaboración de otros países con el régimen actual y a que las agencias de Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales siguen apoyando a la población», explica también para RTVE Ana Ballesteros Peiró, doctora en Estudios Árabes e Islámicos e investigadora senior en el Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB). Insiste en que, de no ser por el apoyo exterior, el régimen no habría sobrevivido, ya que «habría colapsado».
Impacto en las Mujeres Afganas tras la llegada del talibán
Si bien las minorías han enfrentado restricciones en sus derechos y libertades, no es poco decir que las mujeres se han llevado la peor parte porque han sido particularmente afectadas con limitaciones en su acceso a la educación, el trabajo y la participación pública.
Se les prohíbe una lista de actividades que son fundamentales para el desarrollo humano y que la página de Amnistía Internacional (AI) resumió en un triste decálogo:
- Ir al colegio o a la universidad
- Trabajar, excepto en los sectores de salud o educación
- Vestir como quieran. Las mujeres deben cumplir un estricto código de vestimenta
- Ir al salón de belleza
- Salir de casa sin un mahram o acompañante varón
- Practicar algún deporte
- Subir a un autobús con hombres, lo cual califican como ‘segregación’
- Elegir con quién se casan, cuántos hijos/as quieren tener y cuándo mantener relaciones fuera del matrimonio
- Ser vistas
- Protestar
Pobreza
De acuerdo con la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU, el 97% de la población afgana se encontraba en situación de pobreza, marcando un alarmante contraste con el 47% registrado en 2020.
De acuerdo con AI, la carencia de una red de protección social llevó a las familias a recurrir a opciones desesperadas como el matrimonio temprano y la venta de órganos.
La congelación de las reservas extranjeras de Afganistán y la reducción de la ayuda al desarrollo -medidas impuestas por la comunidad internacional tras la toma de poder por los talibanes- continuaron ejerciendo una fuerte limitación sobre la economía del país.
La ayuda recibida por Afganistán en 2022 estuvo principalmente enfocada en cuestiones humanitarias para evitar la hambruna, pero no pudo satisfacer otras necesidades sociales. Como resultado, el acceso a servicios de salud, empleo y educación siguió deteriorándose.
La salida de profesionales en campos como medicina, ingeniería, derecho y educación, junto con la disminución de empleados gubernamentales, generó una grave escasez de recursos en estos sectores.
Sequías, inundaciones repentinas, terremotos y otras catástrofes, sumaron a la ya complicada situación humanitaria.
La Sharia: ejecuciones y flagelaciones públicas
En noviembre, el líder supremo talibán ordenó a los jueces talibanes implementar la sharia (ley islámica), lo que marcó el inicio de ejecuciones y flagelaciones públicas por delitos como asesinato, robo, relaciones ‘ilegítimas’ y violación de las normas sociales.
Según expertos de la ONU en Derechos Humanos, y datos de Amnistía Internacional, entre el 18 de noviembre y el 16 de diciembre de 2022 más de un centenar de personas fueron flageladas en estadios de diferentes provincias.
En diciembre, las autoridades talibanas consumaron la primera ejecución pública en la provincia de Farah, en presencia de altos cargos talibanes, entre ellos el vice primer ministro, varios ministros y el presidente del Tribunal Supremo.
Desplazamiento Forzado y Refugio Precario en Afganistán
Un considerable número de afganos continuaron huyendo de su país debido al fundado temor de ser perseguidos por los talibanes. A pesar del riesgo inminente, algunos países seguían devolviendo a refugiados y solicitantes de asilo afganos.
En muchos casos, quienes intentaban escapar eran víctimas de disparos mortales, se les negaba el derecho a solicitar asilo, eran deportados sin el debido proceso en la frontera o sufrían violaciones a los derechos humanos y explotación a manos de las autoridades de los países donde buscaban seguridad.
La página de AI señala que a comienzos del año, Afganistán albergaba a 3,8 millones de personas desplazadas internamente, enfrentando condiciones precarias y con limitado acceso a sus derechos fundamentales.
Según el Consejo Noruego para los Refugiados, los talibanes habían forzado a algunas personas desplazadas en áreas urbanas a abandonar sus hogares, obligándolas a regresar a sus aldeas de origen, donde se enfrentaban a niveles extremos de pobreza y carecían de medios para subsistir.
Violaciones de Derechos Humanos a miembros de la Comunidad Lgbtiq
La comunidad Lgbtiq no escapa del terror. Las violaciones a sus derechos humanos a manos de los talibanes, incluyen amenazas de muerte, ataques selectivos, agresiones sexuales, detenciones arbitrarias y más.
Muchos individuos de la comunidad sexodiversa aún vivían con el temor constante de un regreso a prácticas discriminatorias impuestas por los talibanes en el pasado, incluyendo históricamente la pena de muerte para aquellos sospechados de mantener relaciones homosexuales.
El último informe del Relator Especial de Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en el país, denuncia abusos cometidos contra las minorías Hazara, Shia, Sik y Sufí, así como el carácter excluyente del aparato del poder del régimen talibán, que tiene «muy poca tolerancia para la diferencia y ninguna para la disidencia».