El asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio recuerda a lo ocurrido en Colombia en la década de 1980 y hace que los analistas se pregunten si los hechos criminales de las últimas semanas en Ecuador impactarán definitivamente en la opinión pública y su decisión electoral.
«La violencia e inseguridad no da tregua en Ecuador. Robos, asesinatos, secuestros, extorsiones y otros delitos son comunes a diario en las calles del país suramericano; así como también los enfrentamientos en las prisiones», reseñó RT.
Hay que recordar que esta semana comenzó con el asesinato, del dirigente político Pedro Briones, del partido izquierdista Revolución Ciudadana, tras recibir dos balazos en el parque de la parroquia San Mateo de la ciudad de Esmeraldas.
El mismo día hubo protestas en la Penitenciaria de Guayaquil por el traslado a otra prisión de José Adolfo Macías Villamar, alias ‘Fito’, líder del grupo criminal ‘Los Choneros’.
El martes hubo una amenaza de bomba en el Terminal Terrestre de la ciudad de Guayaquil. La Policía logró hacer una detonación controlada de los artefactos encontrados.
Las cifras que ha dejado la violencia son contundentes: en 2022, Ecuador vivió su año más violento, con 4.823 homicidios en 12 meses. Una tasa de 26,68 asesinatos por cada 100.000 habitantes, según datos confirmados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).
En comparación con el año previo, las muertes violentas el año pasado se duplicaron, puesto que en 2021 la tasa de homicidios fue de 13,89 por cada 100.000 habitantes, según reveló en mayo pasado la Policía Nacional.
«Este 2023 se perfila más violento y según la información de la Policía Nacional y del Ministerio del Interior, entre el 1 de enero y el 2 de julio de este año, Ecuador registró 3.568 homicidios intencionales. De mantenerse la tendencia, el país podría cerrar este año con una tasa de cerca de 40 asesinatos por 100.000 habitantes», aseguró el texto.
Este es el escenario a las puertas de las elecciones presidenciales y legislativas anticipadas, que se realizarán el próximo domingo 20 de agosto, convocadas luego que el presidente del país, Guillermo Lasso, decretara muerte cruzada y disolviera la Asamblea Nacional en mayo pasado.
En el camino a los comicios, los políticos no han escapado de la violencia. Previo al homicidio de Briones, el pasado miércoles 9 de agosto fue asesinado, a la salida de un mitin de campaña, el candidato presidencial Fernando Villavicencio, del movimiento Construye, liderado por la exministra María Paula Romo. Ante ello, el partido propuso al periodista Christian Zurita Ron como su reemplazo.
El pasado 23 de julio, fue asesinado el alcalde de la ciudad de Manta, en la provincia costera de Manabí, Agustín Intriago. La semana previa también mataron a Rider Sánchez, quien era candidato a la Asamblea Nacional por la alianza política Actuemos.
La situación que actualmente vive el país suramericano ha sido catalogada por el expresidente de Colombia y exsecretario general de la Unión de Naciones Suramericanas, Ernesto Samper, como la «colombianización» de Ecuador, porque se reproducen «los mismos problemas» que el país vecino vivió en la década de 1980.
En 2017, cuando Rafael Correa entregó la Presidencia a su sucesor, Lenín Moreno, la nación tenía un panorama totalmente distinto. Ese año, ocupó el puesto 57 a nivel mundial (de 163 países) y el quinto a nivel de Latinoamérica y el Caribe en el Índice de Paz Global, un indicador que mide el nivel de paz y la ausencia de violencia de un país, elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz, con sede en Sídney y oficinas en Nueva York, Ciudad de México y La Haya.
En 2023, el país descendió al puesto 97 en ese ranking a nivel global y al 11 entre sus vecinos de Latinoamérica y el Caribe.
Ahora, de cara a las elecciones presidenciales uno de los retos será contener la violencia electoral y que el nuevo mandatario actúe contra las mafias del narco que se instalaron en el país.