El estrés de una madre puede cambiar la composición del microbioma de su hijo

Una investigación analizó el impacto de las situaciones de estrés que pueden experimentar las madres y las graves consecuencias que pueden tener en el microbioma del bebé, así lo informó The Washington Post.

El término «microbioma» indica los millones de bacterias que tenemos en todas las superficies de nuestro cuerpo, en especial la boca, el intestino y la vagina, además de la piel y los ojos. En promedio, cada persona alberga 38 billones de células bacterianas, el 97 % de ellas viven en el intestino grueso.

Sin embargo, poco se sabe de cómo factores como el estrés y los traumas pueden alterar la salud intestinal.

Un estudio sugirió que el estrés de una madre puede dejar una marca duradera en sus futuras generaciones al modificar la composición del microbioma intestinal de su hijo.

Se dice que el estómago es el segundo cerebro, y en él una serie de microorganismos, incluyendo bacterias, parásitos y virus, coexisten en el tracto intestinal. El microbioma de cada persona es único como su huella dactilar, y estará condicionado por los alimentos que se le suministre.

Los nuevos hallazgos se suman a las investigaciones en el campo de la psiquiatría nutricional y podrían dar más luces sobre la conexión cerebro-intestino, especialmente después de una situación difícil o un trauma.

La investigación publicada en agosto por la revista PNAS, determinó la existencia de un vínculo entre el estrés materno y la composición del microbioma intestinal de sus hijos a los dos años de edad.

Además, rastrearon el estrés de los niños en sus primeros años y observaron una relación entre algunos microbiomas intestinales asociados a la inflamación de los niños de 2 años y un aumento de sus problemas de salud mental a los 4 años.

«Las adversidades tienden a penetrar bajo la piel» ,dijo Bridget Callaghan, autora del estudio.

Uno de los aspectos novedosos del estudio, según Callaghan, es que su equipo examinó el impacto de las situaciones difíciles experimentadas por las mujeres, incluso antes de que su hijo fuera concebido.

Si bien los estudios previos en roedores habían documentado los efectos del estrés materno en el microbioma «nadie ha examinado las secuelas de la adversidad previa a la concepción podrían transmitirse y afectar al microbioma en los seres humanos» apuntó Callaghan.

La investigación analizó los datos recopilados en un estudio de 450 parejas de madres e hijos que viven en Singapur. Se recopilaron muestras de heces de los niños a los 2 años y se analizaron para determinar la composición del microbioma.

Los resultados se cotejaron con tres momentos o «exposiciones a la adversidad»: el mencionado maltrato a la madre durante su infancia, la ansiedad materna durante el embarazo y la exposición temprana del niño a eventos estresantes.

El trabajo final revela «diferencias distintas en los perfiles de microbioma intestinal relacionadas con cada exposición a la adversidad». En síntesis, los hijos de madres que habían sido maltratadas o descuidadas tenían un patrón similar de microbios.

Los niños que experimentaron ansiedad en el útero tenían un patrón similar al de los niños que habían vivido eventos estresantes.

Según Christopher Lowry, profesor en la Universidad de Colorado en Boulder, que estudia cómo afecta el estrés al microbioma, afirmó que «las exposiciones al estrés disminuyen de manera confiable la diversidad del microbioma intestinal a lo largo de la vida».

Por su parte, Curtis Huttenhower, profesor de biología computacional y bioinformática en la Escuala de Salud Pública T.H Chan de Harvard, señaló que si bien la investigación aborda varios temas importantes, no establece un medio por el cual la madre transmite los efectos de la anversidad al microbioma.

De acuerdo al profesor Huttenhower, las madres tienen una influencia relativamente pequeña en el microbioma de un niño, y opina que los bebés adquieren la mayoría de sus microbios de muchas otras fuentes como los padres, otros miembros de la familia y su entorno general en la primera infancia.

Aún así no hay existen sobre la relación entre un microbioma intestinal saludable y una buena salud, y estos hallazgos pueden ayudar a los proveedores de atención médica a invertenciones más específicas para el microbioma, como la nutrición, los probióticos y los prebióticos.

«Hay cosas que podemos implementar a nivel societal, como el acceso a los alimentos densos en nutrientes que sabemos que impactarían positivamente el microbioma», detalló Callaghan.

El microbioma intestinal es clave para la salud en general, porque favorece la salud intestinal, la inmunitaria, el metabolismo y también puede influir en el eje intestino-cerebro.

El microbioma intestinal ayuda a desarrollar y mantener un sistema inmunitario equilibrado y contribuye a la buena salud de la barrera intestinal.

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