El elixir de la eterna juventud es una búsqueda que centra la atención de los científicos que estudian los mecanismos de envejecimiento.
Aunque la buena alimentación, el ejercicio y una correcta rutina de sueño, son claves para retrasar el proceso de envejecimiento celular, en los últimos años la ciencia ha progresado en las soluciones fisiológicas para limitar la aparición de enfermedades.
De acuerdo a tres grupos de científicos que trabajan de forma independiente, la conclusión al dilema del envejecimiento está en el factor sanguíneo.
Los resultados de las investigaciones arrojaron que el mismo factor sanguíneo es responsable de la mejora cognitiva que resulta de la transfusión de sangre en jóvenes, la hormona de la longevidad klotho y el ejercicio físico.
«La sangre joven, el klotho y el ejercicio pueden de alguna manera decirle a tu cerebro: ‘Oye, mejora tu función’, dijo Saúl Villeda, director asociado del Instituto de Investigación del Envejecimiento Bakar de la Universidad de San Francisco.
En los estudios publicados en las revista Nature, Nature Aging y Nature Communications, los tres equipos científicos identificaron el factor plaquetario 4 (PF4) como un mensajero común de cada uno de estos.
El PF4 es producido por plaquetas, un tipo de célula sanguínea que alerta al sistema inmunológico cuando hay una herida y ayuda a formar coágulos. Ademas, este factor plaquetario también es un potenciador cognitivo.
Bajo su influencia los ratones ancianos recuperan la agudeza de la mediana edad, y los jóvenes se vuelven más inteligentes. «Con PF4, estamos empezando a comprender el vocabulario detrás de este rejuvenecimiento» agregó Villeda.
En 2014 Villeda descubrió que el plasma, compuesto de sangre menos glóbulos rojos, imitaba la parabiosis y que el plasma sanguíneo joven, inyectado en animales viejos, era reconstituyente.
«Cuando nos dimos cuenta de que habíamos encontrado lo mismo de forma independiente y fortuita, nos quedamos boquiabiertos» dijo Dena Dubal, miembro del Instituto de Neurociencias Weill de la Universidad de San Francisco.
Hace una década, Dubal demostró que klotho mejora la cognición en animales jóvenes y viejos y también hace que el cerebro sea más resistente a la degeneración relacionada con la edad.
Dubal sabía que sus efectos tenían que ser indirectos porque las moléculas de klotho, inyectadas en el cuerpo, nunca llegaban al cerebro. Sin embargo, su equipo descubrió que una de las conexiones era el PF4, liberado por las plaquetas después de una inyección de klotho.
El ejercicio físico también genera beneficios para la salud del cerebro a través de las plaquetas, señaló Tara Walker, profesora de neurociencia en la Universidad de Queensland, que dirigió el estudio sobre el ejercicio, que se publicó en Nature Communications.
«Para muchas personas con problemas de salud, problemas de movilidad o de edad avanzada, el ejercicio no es posible, por lo que la intervención farmacológica es un área importante de investigación», apuntó Walker.
Walker y su laboratorio descubrieron que las plaquetas liberaban PF4 al torrente sanguíneo después del ejercicio. Cuando probó el PF4 solo, como también lo habían hecho Dubal y Villeda, mejoró la cognición en animales viejos.
«Ahora podemos apuntar a las plaquetas para promover la neurogénesis, mejorar la cognición y contrarrestar el deterioro cognitivo relacionado con la edad» concluyó la especialista.