Clínicas en Tijuana y Ciudad de México, así como activistas en la ciudad de Hermosillo, al noroeste, denunciaron que mujeres estadounidenses cruzan la frontera desde Texas, Luisiana y Arizona en busca de acceso al aborto.
“Antes, las mujeres de Sonora acudían a Estados Unidos para acceder a abortos en las clínicas”, dijo Andrea Sánchez, una activista por el derecho al aborto, refiriéndose al estado mexicano que limita con Arizona. “Ahora las mujeres de Estados Unidos vienen a México”, publicó The New York Times.
«Más de un año después de que la Corte Suprema de Estados Unidos anuló Roe contra Wade, los activistas mexicanos por el derecho al aborto han visto un aumento de mujeres estadounidenses que cruzan la frontera para solicitar abortos, un movimiento que es señal de las políticas cambiantes de dos naciones que alguna vez mantuvieron posiciones muy diferentes sobre el procedimiento», según el medio.
El aborto estuvo penalizado en México y gran parte de América Latina durante décadas con pocas excepciones, mientras que en Estados Unidos, el fallo Roe contra Wade de 1973 estableció el derecho constitucional al aborto.
La Corte Suprema de México despenalizó el aborto en todo el país; lo hizo legalmente accesible en instituciones federales y eliminó las sanciones federales para el procedimiento. Doce de los 32 estados del país también han despenalizado el aborto y las activistas dicen que hay un ímpetu renovado para presionar a los funcionarios locales en los estados restantes.
En comparación, más de 20 estados estadounidenses actualmente prohíben o restringen el procedimiento después de las 18 semanas de embarazo o antes y 14 estados prohíben completamente el procedimiento en casi todas las circunstancias.
“Obviamente, nosotras hace años ni pensábamos en un trabajo con Estados Unidos”, dijo Verónica Cruz, quien hace 20 años ayudó a fundar la organización por los derechos reproductivos Las Libres.
“Pero frente a la emergencia, a las restricciones y teniendo nosotras un modelo, los recursos, como son las pastillas, y con nuestro territorio que va avanzando, pues era eso: había que construir esa solidaridad internacional”.
Su organización se ha concentrado en enviar mifepristona y misoprostol -el régimen de dos medicamentos para interrumpir un embarazo- al otro lado de la frontera para las mujeres estadounidenses, particularmente a aquellas que viven en estados que prohíben el procedimiento o prohíben a los proveedores recetar las píldoras.
En estudios estadounidenses, la combinación de estas píldoras provoca un aborto completo en más de 99% de las pacientes y es tan segura como el procedimiento de aborto tradicional administrado por un médico en una clínica. Cada vez más evidencia procedente del extranjero sugiere que las píldoras abortivas son seguras, incluso entre mujeres que no tienen un médico que las aconseje.
Incluso frente a las prohibiciones de aborto, los grupos mexicanos formaron un modelo conocido como “acompañamiento”, en el que distribuyen pastillas mientras brindan asesoramiento médico y apoyo psicológico a las mujeres.