La presbicia se exacerbó con la pandemia ya que la visión cercana aumentó por el uso de pantallas en computadoras, televisors y celulares.
«Como todo se manejó por ese medio, entonces la visión de cerca se utilizó mucho más y provocó más cansancio en el músculo ciliar -el que produce el enfoque para la visión cercana-. Y como todo músculo se que se agota disminuyeron sus capacidades”, explicó Germán Bianchi, médico oftalmólogo.
Sólo se tiene presbicia si ya se han cumplido al menos cuatro décadas. De hecho, la palabra “presbicia” proviene del griego y significa “ojo viejo”.
«Sin dudas, marca un antes y después en todas las personas, incluso, en aquellas que consideraban que cuentan con una excelente visión, sanas, que posiblemente nunca habían visitado a un médico oftalmólogo», publicó Infobae.
La presbicia es fácilmente detectable porque hay que alejar las cosas para poder leerlas. Después de la cuarta década, hay que concentrarse para ver de cerca algo que antes no ocurría.
Explicó Bianchi -jefe de trasplante de córnea en Clínica Nano- que los ojos tienen dos lentes de aumento, una externa -córnea- y una interna -cristalino-. Con el paso de los años, el cristalino va perdiendo la capacidad de cambiar su forma y también para enfocar un objeto cercano.
Un estudio que hizo Gallup en España en 2021 arrojó que 46% del total de la población local mayor de 40 años no sabe que tiene presbicia o decide, por motivos psicológicos, ignorar la aparición de esta anomalía visual.
¿Qué debemos hacer si comenzamos a notar síntomas como una evidente dificultad para leer letras pequeñas, dolores de cabeza o fatiga visual?
Lo primero y fundamental es ir a una revisión con el óptico-optometrista. Es el encargado de detectar este tipo de disfunciones del sistema visual y recomendar las soluciones. Para elegir la forma en que compensaremos la visión borrosa intervendrán las características personales, las necesidades visuales, los defectos de refracción asociados, y hasta el estilo de vida del usuario.