El neurobiólogo Robert Sapolsky -profesor de la Universidad de Stanford- ha llegado a una conclusión tras cuatro décadas de estudio: casi todo el comportamiento humano está fuera del control consciente, como lo están, por ejemplo, las convulsiones producto de una epilepsia, la división de las células o los latidos del corazón. «No existe el libre albedrío», afirma tajante.
«Sapolsky, sabe que sus colegas creen que es una idea “peligrosa” y que su opinión levanta ronchas y se aparta del pensamiento tradicional de la academia de que los humanos, en cierto grado, tienen la capacidad de tomar decisiones de manera consciente y voluntaria», explicó Univisión en su portal.
Hay que recordar que el libre albedrío es, en esencia, un reflejo de cómo nos vemos y alimenta la satisfacción de alcanzar logros o la tristeza de quedarnos en el camino de nuestros objetivos, afirma el autor.
«De verdad que intento no parecer un imbécil combativo en el libro», dijo, citado por Los Angeles Times. «Trato las complejidades humanas yéndome a vivir a una tienda de campaña. Así que sí, no estoy dispuesto a librar muchas peleas por esto».
En su nuevo libro, Sapolsky afirma que es imposible que una sola neurona o un solo cerebro puedan actuar ajenos a la influencia de factores externos y fuera de su control; por lo tanto, no hay libre albedrío.
El razonamiento: los humanos saben que toman decisiones equivocadas o, al menos, no las mejores, cuando están expuestos al hambre, el estrés o el miedo. También saben que su constitución física está influida por los genes de sus antepasados y hasta el estado de salud de sus madres durante el embarazo.
Por lo tanto, quienes somos, en esencia, escapa a nuestro control. Y quienes somos, de hecho, determina nuestra decisiones.
El autor reconoce que el mayor riesgo de abandonar el libre albedrío no es que queramos hacer cosas indebidas sin un sentido de responsabilidad personal, sino que no queramos hacer nada en absoluto.
«Puede ser peligroso decirle a la gente que no tiene libre albedrío”, afirmó citado por Los Angeles Times, pero cree que «la gran mayoría de las veces es muchísimo más humano».