La famosa Tippi Degré nació en Windhoek, Namibia, el 4 de junio de 1990 y se hizo famosa como la «niña de la selva» por las fotografías que sus padres le hacían durante su década de estancia en África al lado de animales exóticos: tres décadas después es cineasta y promociona el Festival Internacional de Cine de Medio Ambiente.
Hay que recordar que Tippi se hizo famosa porque sus padres, Alain Degré y Sylvie Robert, eran fotógrafos independientes de fauna salvaje y estaban en África para grabar un documental. «Las fotos que le hicieron a su hija de pelo rebelde jugando con animales salvajes, corriendo desnuda por las dunas del desierto y cazando con los bosquimanos sin más ropa que un diminuto taparrabos— fascinaron al mundo entero», publicó culturavegana.com.
Pero la historia de la «nueva Tippi» empezó cuando regresó a París, Francia, a los 10 años. Estaba convertida en una celebridad (los medios la empezaron a llamar «Mowgli, la niña de la selva»).
De hecho, la pérdida de la infancia, la presión de los medios y el divorcio de sus padres la sumieron en una profunda crisis de identidad.
Años después, regresó a África para realizar seis documentales sobre la naturaleza para Discovery Channel. También fue la encargada de la supervisión de los tigres en Fort Boyard, frente a las costas de Francia, en el marco de una demostración para un juego televisivo.
Hace poco publicó el libro Tippi de África (fue un best seller). «Cuando me fui a vivir a Francia, traté de hablar con los gorriones, los perros, las palomas, los gatos, las vacas y los caballos. Pero no pude. No sé por qué. Creo que es porque mi verdadero país es África, y no Francia».
Se graduó de cine en la Sorbona Nouvelle Universidad de París.
En una entrevista reciente reveló que lo de «niña de la selva» le parecía «un poco cliché». «Es una etiqueta que no siempre es respetuosa ni cierta, pero a la gente le fascina. Para empezar, ni siquiera vivía en la selva, sino en la sabana, en las regiones desérticas y semidesérticas del sur de África donde mis padres hacían fotos durante la estación seca; el resto del año vivíamos en París».
Sobre su elefante, Abu, explicó que la trataba como a un cachorro y era como su hermano mayor. «Supongo que él podía sentir que yo era una niña. La pureza, la inocencia y la falta de prejuicios de los niños hace maravillas en la relación con los animales. Supongo que notan que los niños están más cerca de la raíz de la vida».
Sobre la pregunta reiterada de cómo pudo sobrevivir al lado de animales salvajes, comparó que en la ciudad aprendes a cruzar la calle con el semáforo en verde, y ella, de la misma manera, aprendió cómo comportarse en la naturaleza.
Ahora, lleva años como imagen de del Festival Internacional de Cine de Medio Ambiente, la cineasta confesó que se siente como una especie de símbolo y de esperanza en una nueva manera de vivir. «No hace falta pasar por una experiencia como la mía, todo el mundo puede contribuir al cambio desde su cotidianidad».
