En Venezuela, la tradición católica de El Niño Jesús ilusiona a las niñas y niños quienes esperan recibir los regalos la noche del 24 de diciembre. Sin embargo, solo quienes se portaron bien reciben sus obsequios.
Este acuerdo entre padres y El Niño Jesús se repite de generación en generación. Así que cada año, los más pequeños de la casa escriben cartas al Divino Niño con sus peticiones de obsequios, las cuales dejan en el nacimiento o en el arbolito esperando la complacencia en Navidad.
Esta creencia fue traída por los españoles durante el proceso de colonización. De allí viene también la elaboración del pesebre o nacimiento, una recreación de Belén y la representación alegórica del nacimiento: La Virgen, San José y el niño Jesús. Además, la mula y el buey. La versión ampliada trae a los reyes magos y algunos pastores y ovejas.
Afirman los historiadores que el levantamiento del pesebre lo inició San Francisco de Asís. Esto sucedió en la ermita de Greccio, una pequeña población situada entre Roma y Asís, cerca de Rieti, el año 1223.
El niño Jesús -al igual que San Nicolás- le da regalo sólo a los niños y niñas buenas. Es un merecido premio por su accionar durante el año que termina.
Junto a los regalos entregados a quienes se portaron bien, la gastronomía criolla ofrece las infaltables hallacas y el pan de jamón para terminar de brindar el ambiente navideño. Todo esto al son de los villancicos, aguinaldos y gaitas. música tradicional de la época decembrina.
En Venezuela la tradición del Niño Jesús tiene emblemáticas variantes como la denominada Paradura del Niño que se realiza en la región de los Andes – Mérida, Táchira y Trujillo – y zonas de Barinas y el sur del Zulia. La tradición se remonta a la presencia evangelizadora de los agustinos hacia el siglo XVII.
Cabe destacar que los oriundos de tales áreas la han trasladado a sus lugares de asentamiento, cobrando vida en otras latitudes patrias.