Aunque parezca un acto inofensivo, las cosquillas pueden causar problemas de confianza de por vida y hasta cataplexia, una parálisis temporal que hace que la persona no pueda defenderse.
Aunque las cosquillas son una buena forma de entretenimiento a través de la estimulación de los sentidos, Patty Wipfler, experta en crianza y fundadora y directora de la organización Hand in Hand, dice que, según su experiencia, las cosquillas desmesuradas durante la niñez son una causa común de desafíos emocionales, incluso en adultos.
Ella escribe: “En mis muchos años de escuchar a adultos hablar sobre los desafíos emocionales de sus vidas cuando eran niños, las cosquillas surgen una y otra vez como una experiencia que ha sido dolorosa”, publicó el portal qpasa.com.
Las cosquillas se han utilizado desde hace mucho tiempo como una forma de tortura: durante la dinastía Han en China, las cosquillas eran una forma de torturar a la nobleza ya que no dejaban marcas y la víctima podía recuperarse con relativa facilidad y rapidez.
También fue popular en Japón, donde incluso acuñaron una palabra especial: kusuguri-zeme, que significa «cosquillas despiadadas».
Vernon R. Wiehe de la Universidad de Kentucky estudió a 150 adultos que fueron abusados por sus hermanos durante la infancia. Muchos de los sujetos del estudio informaron que las cosquillas eran un tipo de abuso físico.
El estudio concluyó que las cosquillas pueden provocar reacciones fisiológicas extremas en la víctima, como vómitos y pérdida del conocimiento debido a la incapacidad para respirar.
La explicación radica en que una persona a la que le hacen cosquillas pierde el control de sí misma. La lucha por obtener el control puede ser humillante para el niño y puede dejar recuerdos desagradables para toda la vida. Cuando los adultos les hacen cosquillas a los niños, en su mayoría tienen la intención de divertirse, pero eso no significa que el resultado no será dañino.