El pasado 1 de enero muchas personas se negaron a revisar su Instagram para evitar caer en el placer culposo de ver las fotos perfectas de nochevieja.
Supuestas fiestas con presupuestos ilimitados y extensos grupos de amigos, que a lo mejor, no fueron parecidas a lo que perfilaban las fotos sin embargo disparaban una especie de FOMO (del inglés fear of missing out) o temor a perderse algo, que podría empañar las celebraciones propias.
Esta insatisfacción inconsciente se mantiene aún con la aplicación cerrada y genera sentimientos de tristeza y desgracia.
Quienes hayan transitado por este camino, es posible que sufran del «síndrome del momento perfecto» un concepto que se ha extendido en las redes sociales y que resume la sensación de verse abrumado por la decepción cuando nuestras experiencias no cumplen con las elevadas expectativas que teníamos.
Un simil que comparten las personas que padecen este síndrome es que tienden a enfocarse en los detalles negativos, lo que les provoca una insatisfacción para disfrutar el momento en cuestión.
«Creo que el ‘síndrome del momento perfecto’ está relacionado con diferentes factores pero el principal es el impacto de las redes sociales, donde se nos bombardea con imágenes de lugares preciosos, de momentos envidiables y de experiencias muy intensas emocionalmente», afirmó la psicóloga Bárbara Tovar, experta en ansiedad y estrés.
Según Tovar, esas publicaciones nos hace ser conscientes de una «realidad» que es muy diferente a la nuestra y nos crean la necesidad de suplantar esas vidas.
La comparación es uno de los factores que genera una de las mayores amenazas a nuestra salud mental, ya que es misión imposible incursionar en las «vidas perfectas» de las redes y no salir ileso. «Esto se debe a que en nuestra cultura vinculamos nuestra felicidad a factores externos y no tanto a los internos como pueden ser la calma, el amor, las risas o el sentirse en paz con nosotros mismos», apuntó la doctora.
La psicóloga Laura Esquinas, complementa y sugiere que las consecuencias en la salud mental de las personas que se sienten así, es la frustración continua porque suelen echarse la culpa de que su vida no sea tan perfecta como les gustaría que fuera.
Para Esquinas, este síndrome es una «fábrica de pesimistas» ya que crea un círculo vicioso en el que nuestra mente se va acostumbrando a ser más consciente de todo lo negativo que tenemos en nuestro entorno en contraposición a lo sublime de un supuesto momento perfecto que nunca llegamos a alcanzar.
Los expertos sugieren que quienes se sientan así deben reducir su exposición a las redes sociales porque esto retroalimenta la sensación de vacío.
Por otro lado, recomiendan cultivar rutinas que satisfagan las necesidades de descanso, ocio, risas, juego, entre otros, y poner en marcha estrategias psicológicas que ayudarán a enfocar el estado de ánimo en los factores internos.
Por ejemplo, practicar yoga, meditación, algún deporte o actividades que logren la armonía interna sin depender del contexto exterior. Según un estudio de la Universidad de Utah, la práctica de la atención plena puede ser un buen remedio para mitigar este síndrome.
«Con la atención plena lo que conseguimos es aprender a estar con nuestros sentidos presentes en lo que estamos haciendo, ya sea desayunar, ducharnos o besando a nuestra pareja, en lugar de estar fantaseando», avisa Tovar.
Sin embargo, Esquinas resalta que para que la práctica de la atención plena nos pueda servir, «necesitamos que haya un trabajo previo de cambio de creencias y de interiorización de la idea de que el momento perfecto no existe».