Existe un lugar en la tierra donde el fuego no se extingue y según las malas lenguas, es el camino directo al inframundo.
El cráter de Darvaza ubicado en Turkmenistán es un lugar con un aspecto infernal, tiene un diámetro de 69 metros de ancho y 30 metros de profundidad. En su interior emana gas natural, razón por la cual se mantiene una llama perenne.
Según las teorías, en 1971 ocurrió un incidente que generó la gran grieta y para ello la entonces Unión Soviética decidió reunir a un grupo de expertos para que encontraran grandes depósitos de hidrocarburo.
Los geólogos recorrieron gran parte del territorio en el desierto de Karakum, al norte de Turkmenistán y establecieron su base de trabajo para realizar las explosiones cuyas consecuencias aún se pueden palpar.
Posteriormente en la decada del 80 crearon un cráter que apuntaba directo al depósito de gas natural, y para evitar la expulsión de los gases peligrosos, le prendieron fuego para que se extinguiera a los pocos días.
Sin embargo, eso no pasó. 50 años más tarde el cráter continúa ardiendo con un fuego que genera temperaturas cercanas a los 400ºC; es por eso que le llaman la «Puerta del Infierno».
Hasta ahora no se sabe cuándo se agotará el reservorio de gas natural que mantiene encendida las intensas llamas.
Turmekistán se propuso extinguir el fuego pero las autoridades decidieron que era mejor mantenerlo vivo para estimular el turismo en la región. Se estima que cerca de unas 6.000 personas se acercan a ver las «puertas del infierno».
Aunque el gobierno del presidente Gurbangulí Berdimujamédov (2006- 2022), anunció la creación de una comisión científica para extinguir las famosas llamas del cráter por el peligro que representaba para los habitantes de las zonas aledañas.
Mientras eso pasa, «las puerta del infierno» siguen abiertas al público.